Durante 2016, productores de maíz de los valles altos de Puebla produjeron 8 toneladas de grano por hectárea, cuando en años anteriores sólo habían alcanzado 4 toneladas. Esto fue posible porque gracias a la estrategia de agricultura de conservación de alto rendimiento. Establecieron una meta de rendimiento, usaron semilla mejorada, fertilizaron con base al análisis del suelo, utilizaron sembradoras de precisión y usaron cosechadora.

De igual forma, campesinos, gente muy humilde de la Sierra Norte de Puebla de los municipios de Huehuetla y Zoquiapan, lograron 3 toneladas de maíz por hectárea, cuando sus rendimientos anteriores no llegaban a 900 kilos por hectárea. Apoyados por el Programa Estratégico de Seguridad Alimentaria (PESA), impulsado y verificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), implementaron la agricultura de conservación consistente en dejar los residuos de cosecha sobre el terreno, semilla mejorada, sembradoras manuales de precisión, abonos orgánicos y biológicos, pero sobretodo un cambio de actitud.

Asimismo, ganaderos de la Mixteca poblana que adoptaron la siembra de praderas mejoradas de pastos buffel y llanero dentro de sus potreros, tuvieron más ganancias de peso en su ganado, mas partos de sus vacas y, consecuentemente, más crías, aumentó la producción de leche y la época de ordeña se amplió hasta febrero, cuando normalmente terminaba en diciembre.

Por su parte, los productores de pitaya de Huitziltepec y de Caltepec con mejores prácticas agronómicas, apoyados por especialistas en logística y comercialización, lograron exportar por primera vez sus productos a Estados Unidos.

En esta misma región, en Tehuitzingo, la incorporación de la esponja reproductiva para sincronizar los partos de las cabras permitió obtener 120 crías, cuando la expectativa era únicamente de 70.

En san Pedro Yeloixtlahuaca, la asociación en la siembra de maíz con calabaza duplicó los ingresos generando un mejor aprovechamiento del espacio y de los recursos: suelo, abonos, agua y radiación solar.

En la Sierra Nororiente, los ganaderos de los municipios de Ayotoxco de Guerrero, Hueytamalco y Tenampulco han logrado aumentar el número de partos de 50 a 66 por cada 100 vacas, sólo por introducir praderas mejoradas de pasto insurgente. Cuando además introdujeron el cerco eléctrico para la rotación del pastoreo, aumentaron otros 22 partos, llegando así a 88.

Esto significó un crecimiento mayor que en toda la región tropical de México ya que en esta zona cifra promedia solamente 50.

Las innovaciones productivas en la ganadería tropical hoy permiten lograr incrementos en la cantidad de animales por hectárea en praderas hasta de 300 por ciento, aumentos en producción individual de leche de 150 por ciento, reducción de seis meses en el periodo de engorda de becerros y disminución de 50 por ciento en los costos de producción por kilogramo de carne.

Ganaderos de Campeche de la comunidad de Candelaria, no ordeñaban sus vacas antes de 1995. Toda la leche se la dejaban a los becerros para producir más carne. Sin embargo, la crisis de finales de ese año obligó a los productores a buscar otras opciones y empezaron a ordeñar las vacas como una forma de obtener más ingresos. Así fue que encontraron que la producción de leche les permitía cubrir los costos de producción de la unidad productiva, algo que no se sabía o no se hacía antes de la crisis referida.

Yo los conocí en 1997. Ya tenían centro de acopio de 10 mil litros de leche y le vendían a Nestlé; proyectaban aumentar su capacidad de acopio en el corto plazo. En ese entonces, participé en un Día Demostrativo apoyado por los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura en el Banco de México (FIRA). Allí intercambiamos experiencias y conocimientos. Les compartí la forma de producir semillas de especies forrajeras en sus praderas. Hoy también producen semilla de pastos y tienen mejores opciones tecnológicas.

Todo lo anterior tiene el propósito de recordar que muchas soluciones están al alcance de cada uno de nosotros. Pero lo primero que hay que hacer es cambiar la actitud para enfrentar la vida y las situaciones difíciles.

Nuestros problemas no los va a venir a resolver nadie ajeno a nosotros. Las soluciones están en nosotros o muy cerca de nosotros, pero es necesario innovar para crecer y desarrollarse. Hacer más con menos pero sobretodo hacer lo que no se ha hecho, intentar lo que no se ha intentado, independientemente de gobiernos y partidos y, en muchos casos a pesar de estos.

Director del Centro de Innovaciones Agroalimentarias Tropicales

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