La confesión expresa de Javier Lozano sobre sus intenciones de robar en caso de que le bajaran el sueldo está en camino de convertirse en una realidad.
A la pregunta sobre si estaría dispuesto a que le bajaran su salario, el senador respondió textualmente: "No, porque yo vivo de esto, no, a mí esa demagogia de que yo con mucho gusto doy la mitad de mi salario, ¿y luego entonces qué?, ¿a robar o qué?"
Pues resulta que en tan solo unos días, Lozano Alarcón solicitará licencia en el Senado para incorporarse al gabinete estatal.
Aunque no será secretario, todo indica que se hará cargo de la oficina del gobernador, lo cual implica un salario de 80 mil pesos mensuales.
Si partimos de la base de que como senador cobra actualmente 153 mil pesos al mes, tenemos que en un par de semanas su sueldo habrá bajado casi 50 por ciento.
En esa lógica, y ante su confesión de que si le bajaran el sueldo a la mitad tendría que robar, pues tenemos que a partir del 1 de febrero Javier Lozano habrá caído en su propia hipótesis, lo cual implica que la oficina del gobernador estará a cargo de un ladrón necesitado de recuperar —cuando menos— el monto del salario perdido, 73 mil pesos mensuales.
Así las cosas, habrá que amarrarle las manos y cortarle las uñas a un personaje que cínicamente amenazó con hacerse de dinero ajeno si le mochaban su salario.
¿Y qué creen?
Que la hipótesis ya se cumplió.
Ahora, todos a cuidar sus carteras porque a partir del primer día del mes entrante tendremos en Puebla a un ratero deambulando por la oficina del gobernador.
El desprecio a la vida de un indígena
En febrero de 2012 el hoy diputado federal, Juan Pablo Piña Kurczyn, sufrió una caída cuando manejaba una motocicleta en una pista privada de motocross y fue trasladado en la ambulancia aérea (helicóptero) del Servicio de Urgencias Médicas Avanzadas de Tehuacán a Puebla, porque presentaba una fractura no expuesta en una mano.
Este mismo helicóptero, supuestamente destinado al servicio de "ambulancia aérea", fue utilizado ese mismo año para trasladar de la CDMX a Puebla a Ximena Navarrete para un partido de futbol.
Si estos hechos enojaron a los poblanos, más indigna la respuesta del secretario de Salud, Salvador Escobedo Zoletto, cuando en su comparecencia le preguntaron por la más reciente recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos al gobierno morenovallista luego de que el 6 de septiembre de 2015 una mujer indígena embarazada no fue trasladada del hospital de Pahuatlán al de Huauchinango por la falta de una ambulancia, gasolina y chofer.
El funcionario sencillamente dijo que ese día la ambulancia del hospital estaba descompuesta, pero para que ya no suceda eso ya se tiene otra nueva.
Lo que omitió decir el funcionario es que tuvo que ser hasta al día siguiente cuando por sus propios medios la familia trasladó a la paciente al hospital general de Hidalgo, donde al llegar la bebé nació con complicaciones que le causaron la muerte.
¿En qué momento se solicitó la ambulancia aérea de SUMA?
Para quienes no conozcan este aparato, les diré que es uno de los que surcó la Angelópolis el domingo pasado para trasladar a los invitados especiales del gobernador al informe en la zona de Audi.
Evidentemente ese helicóptero comprado con recursos del sector Salud por ser una supuesta ambulancia aérea, hace todo tipo de viajes, menos el de trasladar a pacientes en situación de urgencia.
La muerte de esa bebé lo confirma.
Y por increíble que parezca, el cínico secretario dice que no fue negligencia y que para evitar que se repita, ya tienen una ambulancia nueva.
Y no conforme con eso, ensalza la cobertura universal de salud.
¿Cómo presumen hospitales de primer mundo cuando no tienen ni una ambulancia en condiciones?
También hay que aclarar que el hospital se inauguró en 2012, y 3 años después descubrimos que por ser una comunidad indígena se les dio una ambulancia chatarra.
Si la mujer hubiera llegado vía aérea de Pahuatlán a Huauchinango, la bebé estaría viva, pero las vidas de los indígenas, al menos para los morenovallistas, no tienen el mismo valor que la mano rota de un funcionario público.
¿O será acaso que Rafael no presta sus helicópteros para que no se los vayan a ensuciar?
Imagínense las molestias que le generaría a sus invitados un helicóptero maloliente y manchado de sangre.
Ese es el nivel de las políticas públicas del Señor de Los Cerros.