El presidente Enrique Peña Nieto se levantó este lunes pensando cómo joder a los poblanos, y actuó en consecuencia: a ocho días de terminar la gestión de Rafael Moreno Valle, decidió venir a validar a un gobierno frívolo, insensible y con una clara transformación en la plataforma política de un aspirante a la candidatura presidencial del Partido Acción Nacional.

Aunque en un sector del gobierno poblano ayer domingo no tenían aún confirmada la visita presidencial, la oficina de Comunicación recibía solicitudes de acreditación para sus reporteros para la cobertura de la visita prevista para la inauguración del tren turístico de Puebla-Cholula y del Museo Regional en San Andrés Cholula a mediodía.

A finales de octubre del año pasado, en franca caída en su nivel de aprobación y rodeado por los escándalos de personajes que deberían estar en la cárcel, como Javier Duarte en Veracruz, o en la calle, su secretario de Desarrollo Social, Juan Enrique Miranda, Peña Nieto justificó su actuación detrás de una argumentación que propició aún más enojo social.

“No creo que ningún presidente se haya levantado, y perdón que lo diga, pensando cómo joder a México”. Desde que utilizó esa desafortunada expresión el gobierno de este nuevo PRI ha recetado a los mexicanos las decisiones más impopulares y a la oposición, las armas políticas más eficaces para combatir en 2018.

La falta de pericia y habilidad en la arena política en el círculo del inquilino de Los Pinos puede ser entendible, pero no justificable. Menos para un grupo de priistas de larga y genuina trayectoria que calla su rabia por la torpeza recurrente en este grupo de mexiquenses que pretendió gobernar un país como si se tratara de Toluca, en el Estado de México.

Este mismo lunes estaba previsto el anuncio de un grupo de militantes del PRI por abandonar las filas tricolores, en el café Villa Rosa del centro histórico. Hace unas semanas el regidor de ese partido, Iván Galindo protagonizó una discusión pública con su dirigente, el sumiso José Chedraui frente a quien hoy recibe al primer priista, el panista de Casa Puebla.

Hay un amplio segmento en el priismo dispuesto a dejar esa militancia por la complicidad y complacencia de los tolucos, con quien desde el gobierno poblano los ha humillado, perseguido o violentado sin que su dirigencia haya sido capaz de mostrar una actitud digna o inteligente.

No son los únicos que este lunes se llamarán a ofendidos por la caravana presidencial a un mandatario que encabezó a un grupo plutocrático; incapaz de responder a la expectativa de la sociedad que en 2010 le dio su voto; de una clara tendencia dictatorial y de espaldas las genuinas necesidades los habitantes de áreas rurales y urbanas marcadas por una pobreza feroz, imbatible.

Peña Nieto y Moreno Valle, ambos van a verse las caras por última vez este lunes. El primero con una figura devaluada como nunca nadie en los últimos sexenios; el otro desaprobado entre sus correligionarios panistas. Ninguno de los dos parecen entender que no sólo no son reconocidos, sino despreciados.

Ambos se subirán este lunes un trenecito para tomarse la foto del recuerdo que más tarde ocupará las planas obsequiosas de la prensa que pretenderá ignorar que Peña Nieto nos jodió a los poblanos.