Una gran incertidumbre invade a los migrantes mexicanos radicados en los Estados Unidos y a sus familiares que reciben periódicamente un apoyo económico en México cercano a los 25 mil millones de dólares anualmente, debido a las primeras decisiones y declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Expertos de BBVA Bancomer estiman un incremento importante de las remesas en el corto plazo por el temor de no poder hacerlo después de haberse firmado el decreto para el inicio de la construcción del muro limítrofe entre la frontera norteamericana y México.

Los temores han ido desde la posibilidad de deportación masiva, la aplicación de un impuesto del 20 por ciento a las exportaciones mexicanas, la suspensión de inversiones de empresas estadounidenses en nuestro país o la imposición de un impuesto a las remesas que envían nuestros connacionales.

Oportunas acciones del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en apoyo a los consulados mexicanos, en donde se destinaron mil millones de pesos para apoyar a nuestros paisanos, además de la generación de una respuesta digna en defensa de nuestro país ante las agresiones verbales del gobierno vecino vía redes sociales, así como el uso de la diplomacia política, resolvió rápidamente lo que parecía una confrontación de grandes consecuencias.

La migración mexicana hacia Estados Unidos tiene ya varias décadas. Recuerdo que mi abuelo, Evodio Merino Gil, desde los años cuarenta iba a California en forma temporal como muchos mixtecos poblanos.

Áreas geográficas de mayor expulsión de mano de obra

Las mixtecas que conforman una región de 250 municipios de los estados de Oaxaca, Guerrero, Morelos y Puebla, se han significado por ser una de las áreas geográficas de mayor expulsión de mano de obra.

Aquí las actividades predominantes son la agricultura, la ganadería y las artesanías. Las actividades primarias son principalmente de subsistencia. Hay caza, pesca y libre pastoreo del ganado con altos impactos sobre el medio ambiente.

Una de las razones preferidas para justificar la baja productividad de la región es la aridez del territorio, la falta de agua para las actividades productivas. Pero la verdad es la falta de conocimiento y voluntad política de los gobiernos en sus diferentes órdenes para invertir en actividades productivas que promuevan opciones de empleo.

Ha sido probado en múltiples estudios que apoyar a las familias con capacitación, vía educación formal o informal, infraestructura productiva, financiamiento y apoyo en la comercialización, es la fórmula para impulsar el desarrollo de las comunidades.

Hay estudios publicados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) indicando que crear un empleo en el medio rural cuesta 6 veces menos que hacerlo en el medio urbano, y mantener una familia en la ciudad es 22 veces más caro que en el campo.

Ante estas circunstancias, es muy claro que la gente se va porque donde vive no encuentra las oportunidades para desarrollarse. Tan solo por citarlo, en la Mixteca poblana cada familia tiene al menos un integrante en Estados Unidos. Pero las inversiones públicas siguen haciéndose por razones políticas solo allí donde lucen; no importa su utilidad, no importa su costo y mucho menos si eso endeuda a los futuros gobiernos.

Políticas eficientes de apoyo al campo

Los municipios, las juntas auxiliares y las inspectorías son los órdenes gubernamentales que menos recursos reciben; sin embargo, son el primer contacto con la ciudadanía, son los primeros que reciben las necesidades y reclamos de la gente.

Por ello, se requiere modificar con urgencia la política financiera a fin de que se fortalezca el apoyo a las necesidades fundamentales de la población, los servicios de agua, electricidad y caminos, reorientar la educación para que tenga relación con los problemas y necesidades de las comunidades, los recursos naturales disponibles y sus potencialidades.

Políticas que apoyen la educación técnica, la capacitación, la asesoría técnica, la mecanización y tecnificación de procesos, la infraestructura productiva, bodegas de distribución de insumos y acopio de productos para su comercialización.

Políticas ambientales que recuperen los recursos naturales, las especies que se han perdido y que mejoren la productividad.

Con 2 mil 500 kilogramos de maíz o con 900 kilogramos de frijol por hectárea, con vacas que paren un año y otro no, con borregas que tienen su primer parto a los 17 meses y cabras que tardan más de 15 meses para alcanzar 40 kilos, muy poco podremos hacer ante amenazas externas.

Invertir en las comunidades, fortalecer el autoconsumo y la producción nacional, impulsar mejoras reales y directas para el bienestar de las personas, aún está pendiente. Este es el camino para arraigar a la población en los hechos.

Director del Centro de Innovación Agroalimentaria Tropical

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