Ayer el gobernador electo, Tony Gali, confirmó los nombres de quienes lo acompañarán durante los próximos 20 meses.

En las principales carteras encontramos a gente de su confianza total, también aparecen nombres derivados de pagos de facturas y otros compromisos con el gobernador saliente.

Los de su confianza plena ocuparán las carteras más importantes: ellos son los secretarios de Finanzas, Infraestructura, Salud, Secotrade y la Contraloría.

En el caso de la Secretaría General de Gobierno, es evidente que Tony Gali realizó una jugada clave, toda vez que esa posición estaba apalabrada a Javier Lozano Alarcón, quien ha demostrado ser un peligro cada vez que abre la boca. Al ratificar a Diódoro Carrasco, el senador con licencia tuvo que aceptar la Jefatura de la Oficina del Gobernador, desde donde estará totalmente apaciguado.

Por si fuera poco, con esta decisión también enfría los ánimos de Mario Rincón, quien regresará al Congreso a presidir la Comisión de Gobernación, una vez que Susana Riestra se encargue de la Comisión Inspectora que estará más caliente que nunca.

Hablando de los Riestra, hoy están más cerca de Tony Gali que del propio Moreno Valle, por lo cual la Secretaría de Educación y la de Desarrollo Rural a cargo de Patricia Vázquez y Rodrigo Riestra son más posiciones del gobernador entrante que del saliente.

Indudables facturas morenovallistas son las de Cultura y Turismo, Roberto Trauwitz y la de Desarrollo Social de Gerardo Islas, quien solo le calentará la silla a Martha Érika Alonso para cuando Rafael desista de su ambición presidencial, lo cual sucederá aproximadamente en septiembre.

En Seguridad Pública se dieron diversos jaloneos hasta que Gali decidió apostar por un poblano como Chucho Morales Jr., pero que dada su inexperiencia en la materia, decidió respaldarlo con un general brigadier que se ocupará del Consejo Estatal de Seguridad Pública. Es evidente que si el general Meneses Cervantes aceptó venir a Puebla es porque tendrá una participación de peso en el gabinete de seguridad y de paso ordenará los excesos administrativos del millonario Consejo Estatal de Seguridad.

En materia de Comunicación, Marcelo García estará justo donde lo necesita Rafael Moreno Valle, mientras que Ricardo Gutiérrez buscará crear una política de medios más parecida al estilo del nuevo gobernador.

Respecto al gabinete ampliado, ahí cayeron muchos de los compromisos con el morenovallismo, como Jorge Benito Cruz en el CAPCEE, quien recibe un premio de consolación como parte de la factura con el grupo de Luis Maldonado.

Estratégicamente, esta es la forma como Tony Gali sorteó las presiones del gobernador saliente, colocando a sus hombres y mujeres de confianza en las posiciones clave: las Finanzas estarán bajo el control del experimentado Raúl Sánchez Kobashi; la obra pública quedará a cargo de Martha Vélez; la poderosa Secretaría de Salud estará en manos de Arely Sánchez; la Economía estatal en Michel Chaín; y la Contraloría estará bajo la tutela de José Villagrana.

Es decir, que el dinero (Finanzas), la obra pública (Infraestructura), el ejército electoral (Salud), los empresarios (Secotrade) y la vigilancia de funcionarios (Contraloría), fueron para los incondicionales de Gali.

Por otro lado, encuentro tres puntos débiles: la gobernabilidad, la seguridad y la procuración de justicia.

En el caso de la gobernabilidad, pese a que nos salvamos de Javier Lozano, la continuidad de un personaje represor como Diódoro Carrasco abre la puerta a la continuidad del estilo morenovallista; habrá que ver hasta dónde Tony Gali se convierte en su propio secretario de Gobierno y le da un vuelco al sello de su antecesor.

El tema de la seguridad es muy delicado, porque Morales Jr. —independientemente de su pasado—, es un hecho que no tiene la experiencia que garantice la recuperación de una Puebla segura y aunque los lauros del general Meneses son relevantes, su desconocimiento de Puebla y el corto plazo que tendrá la administración generan serias dudas. Quizá la combinación de experiencia del general y la condición de poblano del secretario resuelvan favorablemente las carencias de uno y otro.

Y sobre la procuración e impartición de justicia, aunque no es un tema que recaiga en la decisión del nuevo gobernador, las expectativas no son nada halagüeñas. Para nadie en Puebla es un secreto que el fiscal Víctor Carrancá y el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Roberto Flores Toledano, han hecho del estado uno de los peores en esa materia.

De ahí que su obligada permanencia nos haga pensar que solo un futuro manotazo en la mesa podría obligar la salida de ambos personajes y con ello, la recuperación del camino para una Puebla menos injusta.

Así las cosas, me parece que el balance del gabinete de Tony Gali marca un equilibrio de fuerzas y le da la capacidad de maniobra gracias a la columna vertebral sostenida con su equipo de confianza.

Y aunque repiten varios nombres del morenovallismo, Gali parece haber encontrado la fórmula para agarrar y no compartir las riendas de su gobierno.

Veremos y diremos.