Con el anuncio del gabinete que acompañará a Tony Gali a lo largo de 20 meses en el gobierno de Puebla, iniciará una nueva etapa en la entidad, aunque muchos se niegan a aceptarlo.

Y es que lo vivido a lo largo de seis años del gobierno morenovallista dejó muchos temores, enemigos y odios que obviamente generan el miedo a que el gobierno que inicia sea solo una continuación.

Sin embargo, Gali no llega a pelearse con nadie. Su mira, según dicen los cercanos, está puesta en mantener la buena imagen de apertura que tiene y estrechar lazos en vez de romperlos.

El trabajo que tiene por delante será arduo, sobre todo porque tendrá encima los ojos de todos, especialmente los que buscarán esos vínculos.

El gabinete que presentó tendrá 90 días de prueba. Al menor error se irán, así lo ha comentado el nuevo gobernador.

Esos tres meses serán cruciales para los 17 restantes.

La campaña

En tanto, el ahora exgobernador ya se alista para iniciar una campaña rumbo a su sueño: Los Pinos.

En la cena de diciembre con representantes de medios de comunicación, les dijo casi al oído que ya le pesaba el cargo para buscar la presidencia de México, que lo sentía como atadura.

Lo cierto es que a partir de este 1 de febrero sentirá no tener la investidura y conocerá a quienes lo apoyan realmente y quienes le dieron atole con el dedo.

Además, tendrá una difícil tarea de ocultar la represión que aplicó en el sexenio en Puebla, que le dejó tantos enemigos, tal vez su tarea mayor.

Y es que ni Mario Marín, con todo y su autoritarismo, sembró tanto escozor como Moreno Valle.

Por ejemplo, Marín simplemente se fue y nadie le hizo una serie de foros desmenuzando su mandato.

Solo partió al exilio.

Ahora, Moreno Valle iniciará su caminar, el que por naturaleza le será muy difícil.

Para el anecdotario

La lucha por la transparencia en estos seis años fue constante y en momentos hasta burdas las formas para bloquear el acceso a la información.
Por ejemplo, cuando las unidades de acceso a la información de cada dependencia ya no sabían cómo frenar la obtención de datos, sobre todo a periodistas, empezaron a ser "creativos" y trataron de cansarnos, al poner todo lo que no pudieran negar, in situ.

De este modo se obligaba recoger la información a las oficinas.

Pero primero se tenía que hacer cita vía telefónica, aunque casi nunca se encontraba al encargado.

El estar pegado al teléfono esperando que contestaran, recordaba a cuando hablaba uno a un programa de radio para obtener un regalo prometido, siempre con los dedos cruzados.

El extremo fue cuando la Secretaría de Finanzas, al ver que uno sí hacía un hueco en la agenda y acudía a las citas, que se inventó la entrega de la información sobre el sueldo del actual (y ahora siguiente) secretario de Gobierno, Diódoro Carrasco, sobre su sueldo como enlace o asesor del gobierno de Puebla.

La cita la hizo en un sitio de lo más alejado y recóndito de la junta auxiliar Romero Vargas. Ni siquiera los habitantes del lugar conocían la dirección.

Finalmente, tras dos horas de búsqueda se localizó la bodega, donde un policía auxiliar que resguardaba el lugar, entregó un documento que solo contenía la cifra, por cierto nada escandalosa, era más su miedo.

Igual que el miedo cuando se solicitó a 30 dependencias el número de personas despedidas.

Todas pusieron in situ la información, porque supuestamente no estaba digitalizado.

Sin embargo, en más de 20, las cifras eran sacadas de computadoras y en el Capcee tuvieron el cinismo de voltear el monitor, para que se copiaran los números a mano.

Lo malo es que estos métodos aún no desaparecen, al contrario, pareciera que existe un grupo dedicado expresamente a crear este tipo de "estrategias", algo así como técnicos mejorando y creando novedades en una fábrica de juguetes.