Las elecciones para gobernador en Nayarit, Coahuila y, especialmente, el Estado de México, son ahora la ocupación y preocupación diaria del exgobernador Rafael Moreno Valle, tan proclive a meter su oscura mano para empoderarse rumbo a 2018.

En su estrategia de convertirse en un factor de poder en las elecciones de 2017, para luego también serlo en 2018, aunque sus posibilidades de ser candidato a la Presidencia de la República son mínimas, sí ha manejado sus fichas para construir la derrota de su partido: Acción Nacional, donde le conviene impulsar victorias en donde puede obtener beneficios.

El Estado de México, con la mayor lista nominal del país, con más de 11 millones de potenciales votantes, es para Moreno Valle como para todos los políticos, la joya de la corona.

Ahí, el trabajo y esfuerzo de Moreno Valle se concentran en hacer perder, mientras más contundentemente mejor, al PAN, para cumplirle y seguir en el ánimo de Los Pinos y de su amigo, el presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Ochoa Reza.

El poblano fue un factor fundamental para que en la tierra de Enrique Peña Nieto quedara abortada una alianza PAN-PRD y ahora opera para que se caiga la posibilidad de que la excandidata presidencial panista, Josefina Vázquez Mota, abandere a su partido en los comicios mexiquenses. Ella tendría una remota posibilidad de triunfo o, al menos, sumar muchos votos a AN.

En la sesión extraordinaria de la Comisión Permanente del PAN, el 3 de febrero, se aprobó por mayoría que en ese estado el candidato o la candidata se designe directamente, con lo que el paso está libre para la exsecretaria de Desarrollo Social del foxismo.

Sin embargo, el aval no se dio por unanimidad, ya que a pesar de los 39 votos a favor, los morenovallistas Genoveva Huerta, diputada federal, y Jesús Giles, quien formalmente es dirigente en Puebla, aunque en realidad manda la esposa de Moreno Valle, sufragaron en contra, al igual que la exsenadora Judith Díaz.

Eso no tendría mayor importancia a no ser porque Vázquez Mota ha condicionado su participación en la boleta a la unanimidad de corrientes y aspirantes en esa entidad.

Encima, se ve a Moreno Valle como el verdadero artífice e impulsor de la impugnación que, ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), hizo Ulises Ramírez Núñez —también aspirante— del método de selección panista, la que, prospere o no, terminará ensuciando el tema y cuestionará el proceso interno.

En el papel, ninguna oportunidad tiene de llegar a la candidatura Ulises Ramírez, exalcalde de Tlalnepantla, exdiputado federal, exsenador y un hombre considerado por muchos como un gángster de la política mexiquense.

Dicen por ahí que "Dios los hace y ellos se juntan".

Sin embargo, la apuesta de Moreno Valle con Ramírez Núñez va en dos vías: una, tratar de colar al candidato más débil, para dejársela fácil al PRI y a su abanderado, Alfredo del Mazo Maza.

Dos, sentar un precedente ante el TEPJF y el PAN sobre la conveniencia y legitimidad de abrir los procesos para que no haya designación directa o dedazo para 2018.

Así, siembra el método con el que, como reconocido alquimista en las urnas, con muchísimo dinero y muchos operadores, intentará ganarle la candidatura a Los Pinos a Margarita Zavala.

En conclusión, Moreno Valle, quien este sábado encabezó una cabalgata en Aldama, Tamaulipas, dice él que con mil 500 jinetes, disfrazado de vaquero, opera en el Estado de México a favor del PRI. Nayarit y Coahuila los abordaremos en otra ocasión.