De poco sirvió el llamado a la unidad y la concordia de Andrés Manuel López Obrador, jefe de la república amorosa y líder de Morena, durante el mitin convocado para la firma del Acuerdo de Unidad, la Prosperidad y el Renacimiento de México en Puebla.

Las tribus locales, muchas de ellas lideradas por expriistas, decidieron cobrar facturas viejas con agravios nuevos.

Tiraron la piedra y escondieron la mano, como los enanos del tapanco, cuya fealdad obliga a esconder la amorfa humanidad, lejos del escrutinio y la luz pública, detrás de un minúsculo grupo de gritones que desde temprano encontraron ubicación estratégica, a un costado de la iglesia de La Compañía y a metros del templete donde estuvo el tabasqueño.

Gritaron, ofendieron, descalificaron a quienes suponen llegaron para desplazarlos de la atención de la mayor fuerza política emergente en la muy próxima contienda: José Juan Espinosa, edil de San Pedro Cholula y Fernando Manzanilla Prieto, exsecretario General de Gobierno, en el primer tramo de la administración de Rafael Moreno Valle.

Hicieron caldo gordo a los detractores de la disidencia morenovallista con la intención primaria de desaprobar en público lo que López Obrador ya había palomeado desde hace meses.

Ahí estaban Ignacio Mier Velasco y su peón de años, Alejandro Oaxaca, expresidente municipal cholulteca; Hortensia Moreno, exmilitante del Partido del Trabajo, como artífices del griterío falaz y el ridículo frente a la plana mayor del Movimiento Regeneración Nacional: López Obrador, Yeidckol Polevnsky, Berta Luján, César Yáñez y Manuel Bartlett.

Las miserias exhibidas por los titiriteros de la minirrevuelta por recelo y envidia fueron paradas en seco por AMLO cuando abrió las puertas del movimiento que encabeza desde hace 18 años.

Detalle fino que no debió pasar desapercibido para el hábil lector de las entrelíneas y de los críticos mensajes del poder, cuando desde el atril lanzó un “bienvenidos todos” con una sonrisa complaciente para luego cerrar las puertas a los oportunistas de cola larga y verborrea incontinente.

Quienes tienen acceso a usos y costumbres de la praxis morenista saben que no hay un solo miembro del buró político que no haya pasado la aduana del “mesías”, como llaman los detractores a este aventajado precandidato presidencial.

No hay lugar para quienes roban, mienten y traicionan, dice el ideario del dirigente nacional; tampoco para quienes votaron legislaciones que lesionaron intereses de la mayoría de los mexicanos: desde la reforma energética en el plano nacional, hasta la Ley Bala, en el ámbito local.

Solo es cosa de revisar la bitácora de votaciones en los congresos para sacar conclusiones. Los políticos de la rancia ortodoxia que han levantado la mano podrán quedarse en la lista de espera. Los gritones, en el anecdotario folclórico de la provinciana costumbre de atizar la envidia y la frustración.

En el sótano

1. Curioso. Mientras el diputado federal por Morena, Rodrigo Abdala, impidió que la priista Nancy de la Sierra, exdelegada de Prospera, subiera al templete el sábado a mediodía, el diario Reforma destacó en su despacho informativo la presencia en el encuentro de López Obrador.

2. Quienes supusieron ver la infiltración de Moreno Valle en Morena con la presencia de Fernando Manzanilla, hay quien dice que el excoordinador de campaña del exgobernador trabaja desde hace tiempo con la estructura política.

3. La conformación del Frente Amplio Puebla nos Une de Alejandro Armenta parece más un apéndice político del partido de López Obrador. El tiempo dirá si prepara con esto su plataforma política para mutar de priista al movimiento por la esperanza.