El amasijo de personajes tan distintos y hasta abiertamente antagónicos en que se está convirtiendo en Puebla el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), a 8 meses de que comience, formalmente en octubre de este año, el proceso electoral de 2018, podría ser la advertencia de su fracaso.

No se ve que pueda hacer coincidir, en ideales y proyecto, al jefe de la campaña morenovallista de 2010, el expanista Fernando Manzanilla, cuñado y exconsejero de cabecera de Rafael Moreno Valle, con –por ejemplo– el candidato derrotado en esa misma contienda de hace 7 años, otrora segundo en el mando de los marinistas y todavía priista, Javier López Zavala.

Hoy, el primero se ha sumado públicamente a Andrés Manuel López Obrador, el aspirante puntero en las preferencias hacia la renovación de la Presidencia de la República.

El segundo coquetea con la posibilidad de unir "su estructura" al tabasqueño y "salvar" a México y "rescatar" a Puebla.

Quién podría imaginarse a Emilio Maurer, acusado de muchas cosas y visto en el pasado como "candidato blanco" en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), a modo, para beneficiar al priismo.

También alguien podría suponer que el presidente estatal del PRI en los tiempos de Mario Marín Torres y hoy diputado federal, Alejandro Armenta Mier, se declarara "progresista y de izquierda".

Y por el estilo, hay muchos.

A Morena y a López Obrador les está pasando lo mismo que a aquellos que se sacan la Lotería o heredan grandes fortunas: de repente les salen muchos, muchísimos parientes pobres.

Sí, hoy pareciera que todos son de izquierda y son progresistas y críticos de un sistema caduco, del capitalismo y sus representantes, de los emporios.

Hoy todos lanzan vituperios a la "mafia del poder", aunque antes hayan sido jefes de la cosa nostra.

El tema es que en la generosa oferta de Morena y el lopezobradorismo para abrirse a todos, todas y cualquiera, puede estar su prematura derrota.

Se han preguntado qué piensan los verdaderos militantes de la izquierda, aquellos que en las buenas, pero más en las malas, han seguido al tabasqueño y a su corriente antes, partido ahora, y que veían en 2018 la posibilidad de que triunfara su ideología. Son ellos quienes le dan la verdadera fuerza y están molestos, muy molestos. Muchos que aún operan en varios municipios del estado lo hacen ahora con desgano, mientras otros comienzan a ser relegados de las tareas que venían desempeñando a favor de su partido.

El esfuerzo de formar comités seccionales en los 217 municipios de Puebla, que se integran de 8 hasta 40 personas, también ha metido ruido y ha hecho tambalear la lealtad y convencimiento de los verdaderos lopezobradoristas.

Muchos sienten que el dirigente Gabriel Biestro y el sobrino de Manuel Bartlett, el diputado federal Rodrigo Abdala, se están sacando de la manga comités, desplazando los liderazgos regionales.

Sumado a este malestar, poco ayuda que en los medios diariamente salga algún priista, de esos que López Obrador ha tildado de corruptos, rateros y casi casi miseria humana, argumentando que se irá a Morena.

Algunos de esos que anuncian la "posibilidad de sumarse" al lopezobradorismo, ni siquiera han recibido invitación, pero en el caos sacan raja política.

Ante la posibilidad más real que nunca de que Morena gane la Presidencia y muchas otras posiciones en 2018, los éxodos se multiplican y las desbandadas se anuncian.

Y la pregunta es la misma: más allá de la cúpula lopezobradorista, ¿están de acuerdo con esto los verdaderos militantes de izquierda?

No vaya a ser que la desbandada venga, pero de las filas de Morena.