Después de la elección de 2016 cuando resultó triunfador el hoy gobernador Tony Gali, las circunstancias electorales para el PAN eran más que favorables de cara a la sucesión de 2018.

El ejército electoral azul, sumado a la labor conciliadora del nuevo inquilino de Casa Puebla, hacían —cuando menos en el papel— del PAN un partido invencible.

De ahí que en el círculo de poder en el albiazul estatal existan instrucciones para proyectar a Martha Erika Alonso para fortalecer el proyecto de retorno a la Casona de Los Fuertes.

El triunfalismo entre los panistas es tal que no dudaron en respaldar las ideas monárquicas del entonces Señor de Los Cerros.

Y cómo no si los números de la elección de 2016 y la debacle nacional del PRI los hacen ganadores con cualquier candidato.

Con lo que no contaron fue que el único y gran beneficiario del desmoronamiento del tricolor fuera Andrés Manuel López Obrador.

Todas las encuestas cambian los escenarios cuando aparece AMLO en la boleta electoral, y Puebla no es la excepción.

Independientemente de que cada vez parece más remota la posibilidad de que Rafael alcance la candidatura de su partido, lo cual abriría la puerta a su esposa en la boleta estatal, la realidad es que el factor Morena es el que puede matar en definitiva la aspiración de Martha Erika Alonso.

Para el proyecto político del Señor de Los Cerros una derrota de su esposa en Puebla sería de funestas consecuencias.

Perder la gubernatura es grave, pero con su mujer en la boleta sería desastroso e irreparable.

Conociendo el pragmatismo del suspirante presidencial, no sería extraño que optara por bajar del barco a Martha Erika con tal de salvaguardar su interés personal.

Hoy la inercia nacional a la fiebre por “El Peje” coloca a Morena en Puebla con serias posibilidades de pelear y ganar la gubernatura y muchas otras posiciones.

Subir a la señora en un barco en medio de una tormenta sería jugar a la ruleta rusa con el revólver completamente cargado.

Habrá que ver si en septiembre, cuando Rafael haga sus cuentas y se baje del tren presidencial, también baja a su candidata o si la deja correr hasta la elección de 2018, con todos los riesgos y consecuencias que esto implica.

Veremos y diremos.