En todos los partidos existe aquel chivo en cristalería que desconoce hasta a los de casa a la hora de repartir descalificaciones y que solamente escuchan a sus colaboradores cercanos, quienes les endulzan el oído y también les hacen creer que son los buenos para tal o cual posición.

En el panismo, o lo que ahí queda del morenovallismo, ese se llama Mario Alberto Rincón González, quien ha subido y bajado en la ruleta de la vida, del suelo al cielo y de regreso en los últimos años.

Su amistad con el exgobernador Rafael Moreno Valle lo catapultó a los primeros lugares de la cúpula de la anterior administración, donde fue subsecretario en la Secretaría General de Gobierno, secretario de Desarrollo Social y después de Desarrollo Rural.

Tras su paso por la administración pública ganó con contundencia el distrito 17 local, con cabecera en Amozoc y pensó que sus canicas le alcanzaban para la curul federal, pero en ese deseo encontró una caída en picada que no termina de azotarlo contra el suelo.

Mario Rincón perdió abrumadoramente contra Alejandro Armenta Mier, a quien muchos atribuyen —por coincidencia—, las mismas cualidades y defecto de chivo en cristalería, pero en este caso, en el PRI.

Algo tendrá esa región del estado que así influye en los políticos.

De sus expectativas de convertirse en el candidato de AN a la minigubernatura, porque eso decía a amigos y enemigos en aquellos días de gloria, tuvo que conformarse con ser un refugiado en la administración del Ayuntamiento capitalino.

Luego, regresó a su curul en el Congreso del Estado, en donde primero aspiró a ser el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, pero no pudo desplazar a Jorge Aguilar Chedraui.

Entonces quiso presidir la Comisión Inspectora, pero tampoco pudo. Intentó en la Comisión de Gobernación, y también fracasó.

Bateado de tantas posiciones, Rincón, quien intenta venderse como el diputado clave en el ánimo del gobernador Tony Gali, terminó presidiendo la Comisión de Seguridad Pública, para lo que el PAN de mala manera sacrificó a Franco Rodríguez, quien venía realizando una labor medianamente aceptable.

Sin embargo, como se ha visto, no le sirve ni para comenzar al líder del Congreso, su correligionario, Jorge Aguilar.

No ha podido darle batalla.

Rincón, el mismo que últimamente hizo un intenso carrusel de entrevistas para hablar de Donald Trump y presumirnos —sin que nadie se lo haya preguntado—, que su tesis la hizo precisamente sobre el sistema político estadounidense, ha dado muestras de una profunda crisis de identidad y de estabilidad.

Su paso por tantos cargos en tan poco tiempo no demuestran sino su inconsistencia y que es un político de impulsos cortos.

Aun así, para quien todavía se lo cree, Rincón sigue diciendo que 2018 será su año y Casa Puebla su destino.