De gris marengo, con bordados de palmas en oro, con cabos y remates blancos, faja y corbatín también albos, salió vestido como príncipe moro Ignacio Garibay y, de rojo grosella y oro Arturo Macías, de Nazareno y oro Fermín Rivera.

Los tres llevaban en la mente fija el deseo del triunfo, bien seguros, llenos de ilusión por pelearse las palmas, disputarse los ramos de claveles con que las chicas guapas, premian el valor de los toreros.

Valor no faltó a ninguno de los tres, incluso a Garibay que es de la tercia el que ve pitones con menos frecuencia, y fue Ignacio el que más cerca estuvo de tocar pelo.

Una faena riñonuda, pero a la vez con clase, mucha clase que malogró con el acero, pero aun así debe haberse ido de la Gran Plaza muy satisfecho y en espera de verse nuevamente acartelado.

Valor, decíamos que no faltó, lo que hizo falta es la contra parte de la valentía: los toros que pongan en apuros a sus lidiadores, no la desesperación de las embestidas sosas, sin clase, ni raza.

Hubo quien, acertadamente, preguntó, ¿qué si con esta corrida se da por terminada la temporada de desechos de toros mansos?

Diríamos como mal dicen ahora: el “operativo implementado” por la empresa para “limpiar corrales” de las ganaderías de los cuates resultó un verdadero fracaso; la desesperación de los alternantes ante ver pasar toros que hacían sólo eso: pasar, pasar sin embestir, muchas veces la técnica, la manera de citar, de embarcar, era la correcta, pero los de La Estancia más pedían el yugo de la yunta, más parecían perseguir su vocación de arar la tierra que brindar siquiera una buena embestida.

Con motivo de las fiestas de carnestolendas, mucha actividad se dio en la provincia mexicana; los ya tradicionales festejos de Autlán, Jalostitlán, Mazatlán, este año contando con la presencia aparentemente inexplicable de figuras hispanas, Enrique Ponce y , Francisco Rivera Ordoñez; presencia inexplicable taurinamente hablando, pero sí se entiende que de paso vinieron a disfrutar de los excelsos greens de nuestros campos de golf Ponce; del buceo y sol del caribe Rivera Ordoñez, de paso a torear un poco y a bien cobrar; cobran las mismas cantidades que los nuestros, con el mismo número de ceros a la derecha, pero en euros.

De estas corridas de carnaval, en Autlán es declarado triunfador el temple de Juan Pablo Sánchez, ahí mismo Arturo Macías también cortó dos orejas y a otro día martes de carnaval en Jalostitlán se convierte “El Cejas” en triunfador absoluto de estas corridas, dadas con llenos en los tendidos, al lograr el indulto bien concedido de “Celebrillo” toro cuarto de esa tarde de las dehesas de “Pablo Moreno” y cuyo indulto fue digno cierre de esas fiestas.

No puedo despedirme sin agradecer a mis amigos, más parecen lo contrario, que con toda la mala intención del mundo me pusieron en mis in box ‘s la Chiringota, “Tener dos cojones como un torero” que en estos días carnavaleros tanto circuló, pero que por la “alambresca” alusión; a este servidor etiquetaron. Gracias mil.

De gris marengo vistió Ignacio Garibay, con contrastantes corbatín y fajas albas.

Sin toro…valor en exceso y mucho carisma de Arturo Macías, desesperadamente buscó y espero embestidas que nunca llegaron. (Foto: Juan Ángel Saínos)

De Nazareno y oro, con una clase desbordante lució Fermín Rivera.

En Jalostitlán, Arturo Macías, triunfador absoluto con el indulto de “Culebrillo” de “Pablo Moreno”, noble y bravo toro al que le fue perdonada la vida.