Cual novios de secundaria, la dirigencia estatal del PRI y el expresidente de ese mismo partido, Fernando Morales, mantienen desde el fin de semana una absurda discusión para demostrar quién fue el que cortó al otro.
El problema para el hijo del exgobernador Melquiades Morales, es que ni las fechas, ni sus acciones, respaldan su versión de haber sido él quien renunció desde hace más de un año al tricolor.
Vayamos por partes.
De entrada, la dirigencia estatal del PRI anunció el viernes pasado la expulsión irreversible de Fernando Morales Martínez.
En respuesta, el expresidente del tricolor argumentó que no le afectaba porque él había renunciado al Revolucionario Institucional desde enero de 2016, mostrando un escrito, presuntamente presentado ante el Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Al respecto, en un comunicado, el estatal del tricolor explica el trámite para la procedencia de una renuncia, citando los artículos relativos de sus estatutos:
*De la Declaratoria de Renuncia
Artículo 120. Los militantes que renuncien voluntariamente al Partido, deberán hacerlo por escrito dirigido a la Comisión de Justicia Partidaria de la entidad federativa en que radique, solicitando la declaratoria respectiva.
Artículo 121. La Comisión de Justicia Estatal o del Distrito Federal según corresponda, sustanciará la solicitud, otorgando un término de diez días hábiles para que sea ratificada o retirada. De no comparecer en dicho plazo, se tendrá por no interpuesto el escrito de solicitud de renuncia.
Pero más allá de los argumentos legales, lo que desnuda a Fernando Morales es que para evitar su expulsión del PRI, promovió dos juicios de protección de derechos político-electorales ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), con los que pretendió frenar el proceso que inició el dirigente estatal de su partido, Jorge Estefan Chidiac.
Es decir, que esas promociones jurídicas confirman que se resistió a ser expulsado y que no tenía la más mínima intención de renunciar.
Y otro dato que lo delata es que hace apenas una semana solicitó —como militante— la renuncia de Estefan Chidiac, por no generar condiciones de unidad para el tricolor.
Es ridículo que alguien que renunció un año atrás a un partido, exija cuentas al que supuestamente ya no es su líder.
Evidentemente, por ningún lado le salen las cuentas a Fernando.
Así las cosas, retomando la comparación de los novios despechados, el buen Fer no puede decir que él fue el que cortó a la novia primero, cuando lo vieron llorar por ella ayer en la noche.