Como se recordará, en los primeros días del mes de enero del año en curso se creó la Secretaría de Asuntos Indígenas, lo que representa sin duda alguna un paso adelante en cuanto a brindar atención a uno de los problemas que parecen irresolubles para la entidad y la nación como tal.

Pero mal empieza la creación de una institución, como la ya aludida, cuando entre los mismos legisladores y miembros del gabinete local no tienen el cuidado de preguntarse por el propio nombre con el que desean nombrar o mentar las cosas.

Indio e indígena, tienen un significante social que rebasa los límites de su singularidad gramatical o su accidente histórico.

Entiendo por significante la manera en cómo la sociedad finalmente le otorga un uso social a las palabras, independientemente de lo que dice su raíz gramatical o la manera en que el objeto o personas que se representan socialmente a través del lenguaje.

Lejos de las raíces gramaticales (como atinadamente expone Ilán Semo en La Jornada del 11 de marzo), que indican que, con respecto a lo indígena, se trata de algo que pertenece a una región o lugar y que, con respecto a que el término indio, se debió a una confusión de los descubridores y conquistadores de América, pero que, no obstante, en los hechos estos términos tienen un sentido profundamente racial en cuanto a su uso.

En ese sentido, e independientemente de la relevancia que le otorgó el zapatismo, como también lo apunta Semo, a lo indio e indígena, como algo visible pero con una tonalidad de dignidad y de subversión, lo cierto es que en su significante social, real y actual, en una sociedad como la poblana, ambos términos remiten a una categoría o grupo social racializado socialmente.

Ambos términos remiten a la existencia de que ante lo indio e indígena existe un grupo que es el no indígena, el de origen europeo o de tez blanca. Es una especie de matriz colonial de origen llevada a la representación que nos hacemos de la realidad.

Nada tendría de raro la existencia de grupos con un origen diferente, pero el punto es que detrás de esas superficialidades sociales se esconden intereses relativos a la opresión de unos grupos sobre otros.

Como ocurrió en Puebla con el uso de estos grupos utilizados como casi esclavos en las haciendas y nacientes obrajes, sometidos por las deudas.

El término Secretaría de Asuntos Indígenas remite a ese significante racial. Ahora bien, la importancia en el nombre con el que se designa, como en este caso a una secretaría que atenderá a los pueblos originarios, va de la mano de las cosas que se instrumentan como políticas y que finalmente pueden aclarar de fondo el sentido del significante.

En el sexenio de RMV los recursos del presupuesto se dirigieron a empresas multinacionales como Audi, así como al capital inmobiliario de Ciudad Modelo, mientras los pueblos originarios viven el fracking de sus territorios y la explotación minera irracional.

La nueva secretaría ¿continuará las políticas de sumar medidas asistenciales que precondicionan a los habitantes de los pueblos originarios al sometimiento?