Para entender mejor la pesquisa de panistas ordenada y operada por el Comité Directivo Estatal de ese partido, donde su presidente, Jesús Giles Carmona, es un simple empleado del que fuera el Amo y Señor de Los Cerros.

Fiel a su condición sumisa y obediente, es un hecho que la persecución de panistas anaterecistas no es una idea propia, sino el cumplimiento de una orden superior.

Esta vez, la instrucción suprema es una simple venganza contra los panistas que jugaron las contras a los intereses del grupo morenovallista.

Con el aparato político a la disposición del partido, para Giles era muy sencillo cumplir las órdenes de su patrón, sin embargo, esta vez las cosas se complicaron, ahora que su otrora aliado, Jacinto Herrera Serrallonga, consejero presidente del Instituto Electoral del Estado, exhibió las mentiras del líder blanquiazul.

El funcionario decidió desmarcarse de la cacería de los panistas y decir la verdad, aclarando que hubo una lista entregada a la secretaria ejecutiva con los nombres de militantes a fin de ver si alguno de ellos firmó las cédulas de apoyo a Ana Teresa.

Es decir, que se trató de una investigación dirigida y orquestada en contra de un grupo, que evidentemente no comulga con el del poder.

También dijo que fue Óscar Pérez Córdoba, representante ante los órganos electorales, quien la entregó, aprovechándose del cargo que ocupa.

Una parte de la mentira está en que la información no se solicitó vía transparencia, como originalmente se dijo, fue una acción dirigida y se sacó ventaja de tener la representación en el Consejo General del IEE.

Otra mentira es que Giles y Pérez Córdoba nunca tuvieron en sus manos las cédulas de apoyo, solo los datos de la compulsa para atacar a sus compañeros.

Y el problema va más lejos, ya que el pasado lunes se mostró uno de los presuntos nombramientos de una representante de casilla de Ana Teresa Aranda, la cual estaba firmada presuntamente por la excandidata independiente y ella sostuvo que falsificaron su rúbrica.

De comprobarse la falsificación, Giles y Pérez Córdoba estarían metidos en serios problemas legales que los pueden llevar a la destitución y hasta implicaciones de carácter penal.

En el caso de Jacinto Herrera, tal vez esta declaración le ayude a salir bien librado de este tema, donde estaba en entredicho la actuación del Instituto Electoral por haber entregado información confidencial.

En una de las frases de La Doña que quedaron grabadas a lo largo de la semana, fue que Jesús Giles es como “perro de rancho”, lo amarran en las fiestas y lo sueltan para pelear.

Y es que el presidente nunca habla cuando las cosas son color de rosa, en donde el reflector es para Martha Erika Alonso, pero lo sacan a pasear cuando todo se pone color de hormiga.

Por lo pronto, esta vez Jacinto Herrera exhibió la venganza orquestada y etiquetada por el PAN y a Jesús Giles como un mentiroso compulsivo.

Es el precio de la sumisión.