La Sierra Negra poblana fue poblada por pueblos originarios desde épocas cuando aún los españoles no habían iniciado la Conquista. Algunas de las razones, que con el arribo de los peninsulares se agudizó, era el poder de los mexicas sobre otros grupos que habitaron la región mesoamericana y sobre los que ejercían una relación de poder.

La presencia de los españoles agudizó esta tendencia, por lo cual algunos grupos decidieron apartarse de la influencia española y decidieron migrar hacia las montañas.

No fue fácil, recordemos que la Sierra Negra pertenece a la cadena de montañas que se expande hacia Veracruz y Oaxaca, donde se le conoce como Sierra Mazateca, por lo que respecta a Oaxaca y Zongolica, sobre el vecino estado de Veracruz.

Las divisiones fueron producto de una geografía del poder que logró dividir y más tarde enfrentar a los grupos locales que quedaron adscritos a una división del poder territorial, sustentada en cacicazgos locales y regionales.

No obstante, hasta las alturas fueron por ellos. Con el pretexto de una labor pastoral, de cristianizar, las congregaciones franciscanas arribaron a las montañas muy temprano, y como muestra de ello están las iglesias que en cada una de las demarcaciones municipales se construyeron a partir del siglo XVI.

No llegaron solos, los acompañaron grupos de comerciantes que hicieron de Zoquitlán un centro de poder espiritual y económico.

La importancia política de la sierra es que era refugio de los primeros levantamientos en contra de los peninsulares.

La ahora llamada Sierra de Zongolica, llegó a convertirse en refugio de las poblaciones de color que llegaron como esclavos a las plantaciones de caña, café y tabaco, en el estado de Veracruz.

Yanga fue de los que se levantaron contra el esclavismo español y tomaron a la sierra como lugar de refugio.

El poder confesional y pastoral era fundamental. De hecho, algunos de los clérigos acompañaron a los regimientos militares que vinieron a controlar los levantamientos de lo que ahora es una de las poblaciones más castigadas por las políticas del estado nacional: los afromexicanos o afrolatinoamericanos. No tuvieron tierra como los pueblos originarios y muy a menudo enfrentados unos con otros.

Una hipótesis del poblamiento serrano es que del lado del valle de Tehuacán llegaron las primeras corrientes humanas a la sierra debido, en parte, a que los españoles se apropiaron de las mejores tierras; del lado de la parte que da con Veracruz, también grupos nahuas arribaron a las zonas altas por el mismo fenómeno que ocurría en las planas con procesos de apropiación de tierras.

Del lado de Oaxaca ocurrió lo mismo, pues la población poco a poco fue desplazada hacia la sierra, situación que se agudizó con la creación de la presa Miguel Alemán.

Cuando se crean los municipios serranos a finales del siglo XIX, el propósito era mantener un control político de la población a través de gobiernos locales.

La división de los pueblos originarios fue producto de la geografía del poder. Las identidades culturales quedaron de lado y sobre ellas se impuso un poder hegemonizado por comerciantes y antiguos clérigos y caciques locales.

La idea que ha surgido en estos días de parte de la minera Autlán, de crear una presa en la región, que de seguro dirá que tiene como propósitos acabar con el hambre, se debe inscribir en esta lista de actos de oprobio contra los pueblos originarios y de una moderna geografía del poder que coloca las piezas del territorio según convenga a sus intereses.

La idea de las autonomías interculturales (en el sentido que aquí le hemos dado como un cambio de posiciones entre los pueblos originarios y el Estado mexicano), promovidas por los pueblos originarios sobre sus territorios no es algo descabellado como una manera de recuperar el control de los territorios por parte de los grupos étnicos mexicanos.

De otra manera, el reconocimiento del Estado mexicano como un Estado multicultural no es más que un nuevo discurso del poder.

Los tiempos han cambiado, conozco a casi todos los sacerdotes de la región y no creo que se presten a una nueva canallada contra sus feligreses.