En mal momento detonó la inhabilitación en contra del panista Eduardo Rivera Pérez, pues el daño provocado a este integrante del ala tradicional de ese partido terminará por profundizar la brecha entre el exgobernador Rafael Moreno Valle y sus rivales en la interna presidencial.

Solo un lego en materia de prospectiva política podría tener un desliz del tamaño del que ocurrió en Puebla en las últimas horas, obra del exgobernador Rafael Moreno Valle y ejecutada por David Villanueva, adicto confeso del proyecto presidencial del exmandatario.

En el interior del panismo nacional será mal visto por esa pertinaz conducta de persecución política en contra de correligionarios suyos, subrayadamente en contra de un exedil que goza de la simpatía y apoyo del grupo de Margarita Zavala Gómez del Campo, la aspirante que más probabilidades tiene de ser nominada candidata.

Es, al mismo tiempo, el delegado del Comité Ejecutivo Nacional de Ricardo Anaya en la tierra en donde se libra la mayor batalla electoral antes de 2018, en el Estado de México, cuya candidata es Josefina Vázquez Mota.

Quien ordenó ejecutar la inhabilitación por 12 años y una sanción superior a los 25 millones de pesos sabía de los vasos comunicantes que Rivera Pérez posee y que lo convierten en un perfil alto en la competencia por la candidatura al gobierno de Puebla en 2018.

Para entender la lógica de una jugada con un alto costo político solo puede haber dos ingredientes, que terminan por mezclarse.

El primero tiene que ver con la probabilidad de que a estas alturas de la carrera interna en Acción Nacional, el exgobernador haya entendido que al jugar todo en una sanción, más política que jurídica en contra de un panista como Rivera Pérez, ya no se pierde nada, merced del bajo nivel de aceptación en los estudios de opinión conocidos.

La otra es que ante este supuesto, haya decidido cortar de tajo cualquier posibilidad de que el expresidente municipal se presente a competir en la interna del PAN en el territorio poblano, lugar reservado para la esposa y secretaria general de ese partido, Martha Erika Alonso de Moreno Valle.

La repercusión de una decisión de esta envergadura no morirá con la llegada del periodo vacacional de Semana Santa.

Por lo pronto, parece haberse quedado sin aliados políticos con el anuncio de la bancada del PRI, que anticipó voto en contra de la sanción contra el panista y que notoriamente se tramó desde el círculo de Moreno Valle.