Antonio Avelino Rojas es un empresario de la zona oriente de Puebla, sus principales ganancias se centran en la venta de autopartes, además de la renta de maquinaria para la construcción; sus ganancias son respetables y en más de una ocasión ha sido víctima de intentos de secuestro, chantaje y hasta abusos por parte de miembros de corporaciones policíacas que ven en este hombre una minita de oro.
Durante la administración de la maestra Blanca Laura Villeda Martínez, Avelino Rojas fue detenido por la en ese entonces Policía Judicial del Estado (PJE). Con una malsana intención, lo acusaron de todo: robo de vehículos, secuestro, delitos contra la salud, asociación delictuosa y todo lo que se les ocurrió, y lo consignaron ante varios jueces de lo penal; sin embargo ninguna de las acusaciones prosperó y el empresario fue puesto en libertad.
Antonio Avelino en lugar de demandar a la PGJ tanto civil como penalmente, decidió olvidar el asunto y se dedicó de nuevo a sus negocios recuperándose paulatinamente de todo el dinero que perdió durante su encarcelamiento.
El crimen organizado también puso en la “mira” al empresario, tras varias llamadas telefónicas donde le exigían diversas cantidades de dinero, el afectado decidió presentar sendas denuncias ante el Ministerio Público, sólo para darse cuenta que estos funcionarios estarían coludidos con la mafia, ya que apenas había salido de las oficinas del fuero de lo común cuando le llamaron por teléfono advirtiéndole que sabían que los había denunciado.
Entre todas las “calamidades” del empresario más tarde estuvo a punto de ser “levantado” por el capitán retirado del Ejército, Magdaleno de la Cruz Hernández; Petra Piñeiro Maya, exinstructora de la Policía Municipal de Puebla, además de Oswaldo Cazares Lezama, quienes terminaron por ser detenidos por la Policía Municipal de Tepeaca y presentados ante el Ministerio Público, donde por alguna razón no informada fueron puestos en libertad.
Además de este hecho, Antonio Avelino le está integrando una denuncia por abuso de autoridad y lo que resulte en contra del director de Seguridad y Tránsito de Tepeaca, luego de que elementos de la Policía Municipal de ese lugar se metieron a su negocio y lo detuvieron, lo mismo que uno de sus empleados, sin tener ningún argumento legal; luego lo trasladaron ante el Ministerio Público donde fue puesto en libertad de inmediato porque lo estaban privado de su libertad.
Así las cosas, Antonio Avelino Rojas seguía siendo “presa” de abusos y de excesos, y todo porque en su negocio de venta de autopartes se presumía que compraba vehículos robados, hecho que no le pudieron probar, pese a todos los “cateos” que sus negocios han sido blanco.

Antonio Avelino está arraigado por la PGJ
Cuando se pensaba que el empresario Avelino Rojas estaba tranquilo de intentos de secuestro y chantajes, el jueves 27 de octubre fue detenido por elementos de la Policía Ministerial del Estado (PME) a las puertas de la agencia del Ministerio Público del mismo distrito, lo mismo que a uno de sus empleados, a quien sacaron del negocio de venta de autopartes; ambas detenciones ocurrieron sin que de por medio hubiera una orden legal. Durante varias horas el empresario fue ocultado por la PGJ. Fue necesario que su familia promoviera un amparo para que la institución pudiera sacarlo de donde lo tenían oculto para “interrogarlo”.
Como no les dio tiempo de “trabajar” al detenido y no hallaron nada sólido para consignarlo, entonces decidieron “arraigarlo” y el viernes 28 fue trasladado al motel Avia de la 8 Oriente y la 26 Norte, donde de entrada le negaron el beneficio de que fuera visitado por su familia para llevarle comida y medicamentos, ya que presenta problemas de hipertensión.
Consecuencia de este abuso, la Comisión de los Derechos Humanos ya intervino, además de que los familiares han acudido ante las instancias legales y aún así la PGJ persiste en tratar al “arraigado” como si se tratara de un delincuente de alta peligrosidad.
En la próxima entrega le voy a comentar todos los delitos en los que estaría incurriendo la PGJ al mantener “castigado” a un empresario al que no se le han informado por qué delito lo investigan.
Nos vemos cuando nos veamos.