Casi no hay día en que no exista una información en redes o medios que tenga que ver con la extracción ilegal de gasolina en territorio poblano.

Una toma clandestina, una explosión en algún punto de ese diámetro conocido como “El Triángulo Rojo”, una ejecución o cuerpos calcinados.

Son como las noticias del infierno. Fuente inagotable de historias en las que el enfrentamiento entre pandillas es frecuente, los combates con la “tira”, que para el caso son los federales, marinos, estatales y los municipales. Con todos y contra todo es la lógica que rige la cotidianidad de esa zona del imaginario.

El nuevo expediente tiene que ver con la Mixteca, una zona de la entidad que hasta ahora se había mantenido más o menos ajena a la actividad delictiva que colocó a Puebla en el escenario nacional: el huachicol.

Trabajador de una obra en alguno de los municipios de la región, la segunda cuchara de albañil decidió tirar la herramienta para ausentarse por semanas, hasta que volvió un día para buscar a su expatrón que le había dado trabajo, hospedaje y hasta alimentación en casa de una hermana, como sucedía con el resto de la cuadrilla.

La conducta de este albañil, su apariencia y actitud eran completamente distintas, explica este empresario constructor para quien el anonimato es vital para tener la seguridad de que los involucrados en la historia estarán ajenos a una reacción violenta de una estructura criminal con capacidad logística para desplazarse, para corromper o eliminar obstáculos.

Convertido en un varón huachicolero, el exempleado ofreció a su expatrón una oferta difícil de ignorar. Un litro de gasolina magna a 8 pesos, siempre y cuando la compra fuera de mil unidades hacia arriba para ser puesta en el mercado a niveles de 12 pesos, es decir, unos 4 pesos menos que los 16 que promedia en el mercado formal.

La oferta incluye la entrega de miles de litros de gasolina robada a crédito, como plan de inversión a un plazo de un mes.

Y el límite de entrega del hidrocarburo es prácticamente incalculable. Las bondades de una industria criminal que ofrece plazos para el pago dibuja la dimensión del negocio y el comportamiento del mercado negro que demanda precios baratos.

Los proveedores de combustible robado no tendrían impedimento para trasladar desde “El Triángulo Rojo” a la Mixteca el producto, aseguró, pues para ello ya se tiene un acuerdo con la Policía Federal o Gendarmería, además de que los distintos grupos que explotan ductos de Pemex hacen en estos momentos una “vaquita” para entregar cada mes 1 millón de pesos al jefe de la plaza militar.

La oferta incluía llevar la gasolina hasta donde el cliente lo solicite, en una tienda, domicilio particular o taller mecánico. Todo parece calculado entre quienes practican la ordeña de la industria petroquímica nacional.

Tienen recursos para comprar voluntades entre quienes combaten este delito, capacidad de movilización de una región a otra y sobre todo, la convicción de que la industria florece tanto como para que busquen extender sus actividades delictivas a otras regiones como ese pequeño municipio de la Mixteca.

Así son las noticias del infierno.