Lo escribí una y otra vez durante la pasada administración, sin que nadie pareciera enterarse.

Los datos duros y la información presentados por este y otros medios sobre la mafia que operaba en la Fiscalía General del Estado, a través del segundo de a bordo de Carrancá, no fueron suficientes para que el exgobernador ordenara la salida de José Carlos Proal.

La inconcebible permanencia de este personaje en la FGE estuvo sustentada siempre con la complicidad del Señor de Los Cerros con el creador de la teoría del cohetón.

En esta columna he dato puntual seguimiento a este caso de impunidad y exceso de autoridad, que mantuvo durante seis años a Proal como funcionario, de manera totalmente ilegal.

Vayamos a la historia.

Una de las peores dependencias del gobierno morenovallista fue sin duda la Procuraduría de Justicia, que terminó transformándose —únicamente de nombre— en la Fiscalía General del Estado, a cargo del fabricante de delitos Víctor Carrancá.

En medios nacionales y locales se documentó que el operador de cabecera de Carrancá había reprobado los exámenes de control y confianza, indispensables para ocupar el cargo de subprocurador y de otros niveles en la dependencia.

Sin importarle, el hoy fiscal mantuvo a su amigo en un cargo de primer nivel hasta que la semana pasada, tal y como lo reveló Fernando Maldonado en su portal parabólica.mx fue cesado por órdenes provenientes de la Casona de Los Fuertes.

Las quejas contra Proal de parte de muchos abogados poblanos llegaron a Tony Gali, quien tomó cartas en el asunto dejando caer la guillotina sobre este oscuro personaje.

Pero la orden de Casa Puebla va más allá del cese inmediato, ya que se dará un seguimiento para desarticular la red con la que operaba a través del despacho de su hermano, la cual controlaba a ministerios públicos, jueces y algunos magistrados.

Habrá que esperar para saber si esta decisión es la avanzada de la caída del gran fabricante de delitos.

Veremos y diremos.

Una de las tantas de Proal

Aquí un fragmento de lo mucho que en esta columna he escrito sobre este tema:

Contracara 15 de abril de 2015

Una investigación realizada por El Universal dejó en claro que para el procurador de Justicia, Víctor Carrancá, la ley solo se aplica contra quienes no forman parte de su séquito de colaboradores.

De acuerdo con la información de los reporteros Zorayda Gallegos y Silber Meza, titulada “Jefes policiacos reprueban, pero siguen operando”, existe una larga lista de funcionarios que se mantuvieron al frente de sus cargos operativos, pese a que reprobaron sus respectivos exámenes de confianza.

La nota hace mención a diversos casos presentados en todo el país, pero para Puebla retoma particular interés cuando citan el caso del subprocurador José Carlos Proal, quien reprobó hasta en tres ocasiones sus pruebas de control de confianza, lo cual no impidió que continuara en el cargo.

Sin duda, el caso reviste un escándalo mayor, si consideramos que en Puebla el procurador Carrancá ordenó el despido masivo de policías ministeriales, precisamente bajo el argumento de no haber aprobado los exámenes de control de confianza.

Por increíble que parezca, el procurador encubrió a su principal operador, mientras dejó caer la guillotina contra policías ministeriales, quienes fueron tratados como delincuentes, al no haber superado las pruebas de control de confianza.

Desde septiembre de 2013, el portal e-consulta anticipó que Proal Díaz de Urdanivia dejó de aparecer en el directorio de la PGJ por haber reprobado un examen de confianza, aunque en los hechos operaba como el segundo de a bordo de Carrancá.

Al final la historia resultó mucho más delicada, toda vez que no fue uno, sino tres los exámenes reprobados.

Hay que decir que entre las funciones del subprocurador está la coordinación de los agentes del Ministerio Público, de los cuales muchos de ellos fueron despedidos por no haber acreditado esos exámenes.

¿Y quién cree que los despidió?

Pues el mismísimo José Carlos Proal.

Es decir, que el subprocurador los corrió por no haber acreditado el mismo examen que él reprobó.

Así como usted lo lee.