Si el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no gana la elección de este 4 de junio para gobernador (a) en el Estado de México, puede prácticamente despedirse de la posibilidad de mantenerse en la presidencia de la República y los tricolores deberán alistar las maletas para dejar la residencia oficial de Los Pinos y el gobierno federal.

Más allá de las encuestas —unas que dan ventaja a la candidata de Morena, Delfina Gómez, y otras a Alfredo del Mazo, de la alianza que encabeza el priismo—, el partido en el poder tiene todavía muchos ases bajo la manga; unos legales y otros de dudosa legitimidad, para desplegar el próximo domingo.

Nadie como los priistas tiene una estructura amplia y bien aceitada, con la posibilidad de cubrir cien por ciento las casillas, a diferencia del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que aún es un partido emergente en eso de cuidar casillas y en la capacitación para defender votos y esquivar triquiñuelas.

En una y otra trinchera, la percepción de que en el Edomex se libra la madre de todas las batallas, a unos meses de que comience formalmente el proceso electoral federal 2017-2018, que renovará la presidencia, no es una visión trillada, ni un lugar común.

Se trata de la aritmética simple que da sustento inequívoco a esta lógica.

El Estado de México posee la Lista Nominal más grande del país, con más de 11.25 millones de potenciales votos, que representan alrededor de 13.3 por ciento nacional.

Además, en tierras mexiquenses el PRI tiene su bastión más sólido, pues ahí está más de 15 por ciento de sus 5 millones 044 mil 528 militantes formales.

Allá, el abstencionismo tradicional en las urnas es muy parecido al de las elecciones nacionales, de alrededor de 53 por ciento.

Ahí, seguimos con las cuentas y la lógica aritmética: en el país, la lista nominal es de 83.5 millones de potenciales votantes, al menos en la cifra oficial hasta 2015, año del último proceso federal, cuando se renovó la Cámara Baja.

En el histórico de las cifras de todo el país, hay que recordar que en 2012 Enrique Peña Nieto ganó con 19 millones 226 mil 784 votos y hubo 63.14 por ciento de participación.

En esta suma y decisión, resulta entonces cierta la visión de que si no se gana el Edomex, no se puede aspirar a triunfar en la elección presidencial, pues el Estado de México tiene, por sí mismo, la posibilidad aritmética de aportar más de la cuarta parte de lo que en promedio requiere un candidato para alzarse con el triunfo en la presidencial.

De ahí que, sin menospreciar a Coahuila y Nayarit, donde también se juegan las gubernaturas, o Veracruz, que renueva sus 212 ayuntamientos, es la elección mexiquense la que nos puede dar luz de hacia dónde vendrá la inclinación de la balanza en 2018.

Es lógica aritmética que explica la descarnada lucha que se vive en el territorio mexiquense.