Cerca del mediodía del martes, sujetos armados se apoderaron de 300 mil pesos en efectivo que un cuentahabiente había retirado de una sucursal bancaria de plaza Dorada.

Los maleantes interceptaron a su víctima cuando estaba a punto de abordar su vehículo en el estacionamiento del centro comercial y tras amenazarlo de muerte, se dieron a la fuga.

Así fue como la delincuencia “común” dio el recibimiento a Manuel Alonso García, encargado de despacho de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, en sustitución de Oscar Alejandro Santizo Méndez, quien por el momento ya debe estar a las órdenes de su padrinazo Facundo Rosas Rosas “El Maletero”.

Santizo Méndez, fue despedido o “echado”, como lo comentó una reportera de radio, resultado de la inseguridad que se vive en Puebla, amén de la corrupción y falta de entrega al trabajo en las filas de la Policía y Tránsito Municipal.

Un servidor no lo sabe, pero quizá los delincuentes, al enterarse del cambio de mando de la Secretaría de Seguridad Municipal, quisieron darle un recibimiento con el asalto a un cuentahabiente y con los otros delitos que fueron ocultados por la Fiscalía General del Estado.

O tal vez ni siquiera les importó.

Lo cierto es que los malhechores pueden seguir pasándose la justicia por el arco del triunfo, porque para que les hagan frente tienen que echar a andar mucha nueva maquinaria.

De entrada, tienen que contratar al doble de policías de los existentes.

Además, se deben muchas protestas a la federación para que haya reformas en el Nuevo Sistema de Justicia Penal.

Y otras cositas más…

Como la confianza.

De entrada, le comento que don Manuel Alonso ya pidió “tiempo” para “entrarle a la lucha contra la delincuencia”.

Está más crecido que los deseos de los poblanos para que la inseguridad disminuya.

Entonces, más tiempo para los delincuentes.

¡Sálvense quien pueda!

Rodó la cabeza de Santizo

Alejandro Santizo Méndez fue invitado a renunciar al cargo de secretario de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, y sin más se despidió, tomó sus maletas y se fue.

Dejó en el archivo decenas de quejas de policías que fueron despedidos por cualquier cosa que se le ocurriera.

Dejó en el tintero los juicios ganados de policías que demandan su reinstalación, tras despidos injustificados.

Aún falta saber qué dejó “el jefazo” pendiente.

Por ejemplo, su oficina de prensa, que solo dio información a sus cuates y que se convirtieron en todos unos hampones para el manejo de reportes e informes confidenciales.

Ya deben tener una nueva lista a sus jefes.

Ya se deben haber amarrado con uno que otro jefe de información.

¿O es que también se van?

Nos vemos cuando nos veamos.