Alcaldes, legisladores locales, líderes regionales, ahijados políticos de los poderosos y hasta espontáneos que se sienten con cualidades, ya hacen cuentas, afinan estrategias y se promocionan con la meta de aparecer en una de las quince boletas para igual número de diputaciones federales en 2018, con la dificultad adicional que implica la redistritación que el Instituto Nacional Electoral (INE) está definiendo para Puebla, y en la que le quita un distrito.

Desde 2006 y hasta la pasada elección de 2015, el estado contó con 16 demarcaciones federales, pero la migración ha hecho mella en el nivel de densidad poblacional, que es finalmente lo que determina el número de representantes populares a la Cámara Baja por cada entidad.

La pérdida de una curul de mayoría relativa para Puebla, a partir de la LXIV Legislatura, cuyos integrantes se elegirán en junio de 2018 y comenzarán funciones el 1 de septiembre también del próximo año, ha desatado desde ahora una agria disputa, en principio, dentro de partidos, y luego será en el terreno de la contienda constitucional.

Hay 2 ejemplos claros que están generando descontrol: el distrito que antes tenía cabecera en Izúcar de Matamoros, en parte es absorbido ahora por el que originalmente tiene origen en Atlixco, y que ostentará el número 13.

A pesar de estar tan cerca estos 2 municipios, en realidad ancestralmente han generado sus propios liderazgos y, entre ellos, ha habido tradicionalmente una especie de reglas de respeto no escritas.

Ahora, los de un municipio tendrán que disputarse con los del otro la posible candidatura en cada partido.

A esto hay que sumar que actualmente el distrito federal de Atlixco está en manos de Antorcha Campesina, que no querrá ceder, además de que el secretario de Desarrollo Social del gobierno del estado, Gerardo Islas Maldonado, quiere competir el próximo año por esa demarcación, pues no en balde hace la mayoría de sus giras por esa región.

Otro caso que entraña una complejidad para que los líderes regionales se pongan de acuerdo es el que tendrá ahora cabecera en Acatlán de Osorio, con el número 14, pues se extenderá por las Mixtecas baja y alta, hasta Tecamachalco.

Esa zona será la más grande del país, con la concurrencia de 51 municipios, entre los que de un extremo a otro, de la Región Mixteca, al valle oriente del estado, no comparten identidad.

Ahí en realidad hay una mezcla de liderazgos, metidos a la fuerza en licuadora, en donde los de un lado nada han hecho ni conocen del otro, y viceversa.

Ahí todos los partidos, sin excepción, tendrán serias dificultades para encontrar un candidato o candidata que deje a todos sus militantes, cuadros y liderazgos regionales tranquilos.

A la luz de estas consideraciones, más muchas otras que hay que hacer respecto de la nueva redistritación, el proceso para la selección de abanderados y luego diputados, traerá previsiblemente conflictos fuertes y muchas sorpresas. Este 2018 no será, en estos casos, un día de campo.