Si desde Los Pinos ya comenzó la carrera por la sucesión presidencial en 2018, con el despliegue del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en el escenario poblano las cosas no son muy distintas.

Varios perfiles comenzaron a moverse para competir por la candidatura al gobierno del estado bajo cualquiera de los partidos políticos con mayor representatividad.

Desde este lunes, a 8 días de haber concluido el proceso electoral en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz, comenzaron formalmente con la tarea de brincar al escenario local para la carrera de velocidad que les permita ganar terreno en el imaginario y conseguir posicionamiento suficiente para la hora de las definiciones.

El senador Ricardo Urzúa arranca este martes formalmente su precampaña como aspirante priista, y bajo el brazo trae la venia y aliento de figuras tricolores como Emilio Gamboa Patrón, el coordinador senatorial, y de su amigo el propio presidente, Enrique Peña Nieto.

Aunque parece cuesta arriba, las posibilidades de hacerse de la candidatura no parecen descabelladas. Urzúa es un senador que tiene capacidad para escuchar y dialogar, su perfil es más ciudadano que militante y dado que es el último, hasta este momento, en subirse a la carrera sucesoria local, los negativos que arroja son mínimos, lo que en política reditúa más.

Otra figura nacional que comenzó desde este lunes su precampaña es otro senador: Luis Miguel Barbosa, excoordinador en la Cámara Alta del PRD y hoy defensor de Andrés Manuel López Obrador, virtual abanderado de ese partido a la presidencia de México.

El originario de Tehuacán no es exactamente un promotor de la soberanía nacional, pero se autoimpuso la tarea de promover al tabasqueño en todo el estado de Puebla, naturalmente con el consentimiento del dirigente nacional de Morena, con la idea ulterior de construir su plataforma política, necesaria para dentro de unos meses.

Barbosa es, al igual que su compañero priista en el Senado, un desconocido para el ciudadano promedio, pero reúne varias fortalezas: la ausencia de las tentaciones políticas locales lo colocan fuera de la diatriba política poblana, una costumbre antropofóbica en esa estirpe. Uzrúa y Barbosa seguirán por esa ruta en estos mismos días y saben que no hay tiempo que perder.

En otra pista también despegó el exedil de la capital, el panista Eduardo Rivera Pérez. Su posicionamiento en el imaginario albiazul no es malo y cuando su candidata al gobierno del Estado de México, Josefina Vázquez Mota, cayó hasta el cuarto lugar en captación de votos.

Según sondeos de opinión, se encuentra ligeramente por debajo de Martha Erika Alonso de Moreno Valle, la secretaria general del Comité Estatal del PAN; sin embargo, las condiciones para que la exprimera dama compita por la administración estatal están atadas a la posibilidad de que su marido sea candidato presidencial por el mismo partido.

Todavía faltarán más integrantes de las fuerzas políticas. Anote desde ahora a Fernando Manzanilla Prieto, exsecretario de Gobernación con Rafael Moreno Valle; Alejandro Armenta Mier, expriista y diputado federal, o el delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social, Enrique Doger Guerrero; lo mismo que José Juan Espinosa, edil de San Pedro Cholula.

El juego ya se abrió, las cartas están sobre la mesa y ya se verá quién es quién a la hora de correr esta carrera, más de velocidad que de resistencia.