Tras el escándalo por el presunto espionaje realizado por el gobierno federal en contra de políticos, defensores de derechos humanos y periodistas, ayer, Ricardo Anaya, presidente de Acción Nacional, ofreció una rueda de prensa para denunciar que él y otros panistas recibieron mensajes con links que redireccionaban a los mismos servidores que R3D y Citizen Lab ubicaron como portadores del malware Pegasus. 

Aunque aclaró en su rueda de prensa que ninguno de los panistas fue intervenido, porque no dieron clic en el enlace, Anaya condenó las intenciones para intervenir sus dispositivos electrónicos.

Ante los medios de comunicación el líder nacional del PAN adelantó que sus representantes pedirán la comparecencia de medio gabinete federal y que buscarán que sean encarcelados, hasta por 12 años, los autores intelectuales del presunto espionaje. A los técnicos informáticos que siguieron las órdenes, dijo, a esos no los perseguirán. 

Bien dicen que el que las hace no las consiente. Porque al parecer, a Ricardo Anaya ya se le olvidó cuando Rafael Moreno Valle utilizó el mismo esquema de espionaje pero con el malware Galileo para apoyarlo en su elección como dirigente nacional panista y también debió olvidar que lo hicieron en la de Gustavo Madero.

Aunque el equipo de operadores espías de Rafael, ha intervenido teléfonos y equipos de cómputo en elecciones de diversos estados, eso no fue señalado en la rueda de prensa ni llamó a cuentas al exgobernador panista que adquirió equipos y tecnología con Hacking Team para poder espiar a periodistas, activistas y políticos en Puebla y la Ciudad de México. 

Seguramente Ricardo Anaya, en congruencia con el anuncio de ayer, le pedirá a Moreno Valle que explique cuánto dinero pagó, cuáles fueron los contratos firmados y hasta las razones extendidas a la firma italiana para adquirir tecnología destinada al espionaje, porque con los índices de inseguridad tan elevados que presenta Puebla, queda claro que ese equipo no se utilizó para combatir con inteligencia al crimen ni a la delincuencia. Pero ahora que le tocó al joven maravilla, pegó el grito en el cielo. Esa es la doble moral azul.

¿Pago de favores? 

Con la novedad de que el periodista Leonardo Curzio, uno de los presentadores de La Fuerza del Cambio en la Ciudad de México, recientemente lanzó su libro Orgullo y prejuicios. Reputación e imagen de México, mismo que edita nada más y nada menos que Miguel Ángel Porrúa. 

Orgullo y prejuicios tiene un precio, según la página web de la propia editorial, de 220 pesos por ejemplar, 10 por ciento menos que la obra de Moreno Valle.

Y sí, si ustedes se lo preguntaban, la editorial también colocó al menos un espectacular promocionando la obra que es coeditada con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN).

Otra coincidencia entre ambas obras es que son gratis, así que si decide leer este ejemplar de 150 páginas, puede descargarlo y hojearlo sin tener que desembolsar un solo peso.

Parece que la estrategia de regalar obras y montar espectaculares como parte de la promoción de las obras es un buen negocio para Miguel Ángel Porrúa.