El día de ayer se dio a conocer que la deuda que el Ayuntamiento de Puebla va a adquirir, será de 800 millones de pesos y que ésta se pagará en los próximos siete años.

De acuerdo con la información publicada, el dinero se destinará a proyectos prioritarios de inversión pública en materia de seguridad y equipamiento urbano.

En estricto sentido, esta deuda se aplicará para dos temas que todos exigimos a gritos: seguridad y obra pública.

Me queda claro que, históricamente, a los mexicanos nos enseñaron que la palabra “deuda” proviene del meritito infierno.

Desde niños escuchamos hablar de la deuda pública como la causante de todos los males que aquejan a la nación.

Cada informe presidencial, era para enterarnos de lo que había crecido nuestra deuda y en medio de esa psicosis, no faltó un "ángel salvador" cómo Caro Quintero, que ofreció pagar toda la deuda externa si le dejaban en sus manos el monopolio del narcotráfico.

Desde que nacimos, antes que la tabla del uno, nos explicaron que por el simple hecho de haber tenido la desgracia de nacer en tierras aztecas, ya debíamos más de lo que ganaríamos en toda nuestra vida.

Así que, no es gratuito que personajes como Moreno Valle hayan decidido engañarnos, diciendo que no habían contratado deuda, cuando en realidad es el gobernador que más deuda nos heredó.

Sin embargo, cuando ésta se contrata con responsabilidad y transparencia, no debiera ser motivo de escándalo.

Si el monto adquirido se justifica con el destino de la inversión y el plazo es razonable y pagable, la deuda no debe ser motivo de alarma.

Para crecer, hasta los países más desarrollados del mundo, contratan deuda. Al igual que lo hacen las grandes empresas y hasta las familias millonarias.

De ahí que esta vez yo reconozca al alcalde Luis Banck y al Congreso del Estado por transparentar esta deuda, a diferencia del engaño sexenal morenovallista de mentirnos sobre ese mismo tema.

A las cosas por su nombre y si es deuda, pues digámosle deuda.

Y si esa inversión beneficia a Puebla y se paga en los siete años, pues no habrá más que verificar que el dinero se utilice en las obras prometidas.

En contraposición, el engaño morenovallista nos refleja exactamente lo que pasa con una mentira cuando ésta es descubierta.

Aquí la historia:

"Contracara 9 enero 2014"

La verdadera historia detrás de los PPS detrás de las obras que realiza el gobierno morenovallista a través de los Proyectos Públicos de Infraestructura, llamados PPS, se esconde una razón de peso que justifica la obsesión de la actual administración estatal para evitar la adquisición de deuda pública, sustituyéndola por esta figura jurídica.

Seguramente, ustedes han escuchado la publicidad del Señor de Los Cerros, en donde presume que todas las obras realizadas durante su gobierno se realizaron sin pedir un solo peso prestado.

¡Mentira! La realidad es que durante muchos años, la palabra deuda pública se satanizó, provocando que lo gobiernos evitaran contratar créditos financieros, por los costos políticos que éstos les generaban.

Esta es la razón que -muchos piensan- llevó a Moreno Valle a utilizar los PPS para disfrazar el evidente endeudamiento del estado.

Sin embargo, la verdad detrás de los PPS es que -a diferencia de la deuda pública convencional- existen jugosas comisiones en favor de los funcionarios por parte de las empresas beneficiadas, me explico.

Cuando un gobierno adquiere recursos mediante un crédito bancario -deuda pública- no existe ninguna comisión en favor de los políticos, debido a que las instituciones bancarias tienen tasados los intereses que generará la deuda contraída.

En cambio, cuando se contrata a una empresa privada para que realice una obra determinada con capital propio, a cambio de un pago mensual por un largo periodo -30 años- para amortizar la inversión, la beneficiada entrega una jugosa comisión a cambio del otorgamiento del contrato, que suele ser del 10 por ciento del monto total.

Estas jugosas ‘utilidades’ de los políticos se logran gracias a que los intereses que se pagan a lo largo de esos 30 años son muy superiores a las tasas fijadas por las instituciones bancarias cuando se trata de deuda pública.

Es decir, los PPS se convierten en el negocio más rentable para cualquier político, sobre todo porque recibe beneficios por muy por encima de su presupuesto sexenal.

Al otorgar contratos por 30 años, las empresas pagan comisiones por el monto total de las obras, lo que rebasa por mucho las comisiones de la obra pública convencional, la cual sólo abarca el presupuesto del sexenio."