No hay escenario electoral en el que el Partido Revolucionario Institucional no enfrente dificultades para competir con éxito en la justa del próximo año. El peso del poder, el enojo social, el descrédito y las redes sociales minan al partido más viejo, empeñado en sobrevivir a una crisis sistémica.   

Una encuesta nacional de Demotecnia de María de las Heras, levantada entre el 20 y 24 de julio con un grado de confianza de 95 por ciento establece que hasta Rafael Moreno Valle, el impopular aspirantes panista y el colero de todas las muestras demoscópicas, alcanza rangos de competencia.

El exgobernador de Puebla supera en intención de voto a Aurelio Nuño, el secretario de Educación con un 22 por ciento, contra 20; a José Antonio Meade, de Hacienda por 22 por ciento contra 21; a Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México, con 24 por ciento contra 21 y estos mismos números, en el cruce con Manlio Fabio Beltrones; frente a José Narro, se ubica abajo por 1 punto y frente a Miguel Ángel Osorio, de Gobernación, apenas abajo por seis.

Andrés Manuel López Obrador, del Movimiento Regeneración Nacional sigue siendo el aspirante presidencial a vencer y lo mismo sucede con Margarita Zavala, por el Partido Acción Nacional, con 26 puntos contra 25 de Osorio Chong, el colaborador mejor rankeado de Enrique Peña Nieto.            

Ante esta circunstancia, que no es ajena al PRI y sus adversarios, es que se debe entender el tironeo que existe en la mesa de estatutos que se desarrolla en Campeche. Ayer miércoles se filtró un predictamen que establecía mantener intacto el espíritu que deja fuera de la competencia a quien no pudiera 'acreditar la calidad de cuadro, con diez años de militancia'.  

Sin embargo la enorme probabilidad de que el PRI decida retirar los candados impuestos en sus estatutos para aspirantes a presidente, gobernador y jefe de gobierno de la Ciudad de México obedece a la necesidad de encontrar perfiles más frescos y competitivos para la contienda de 2018. Reformarse o morir, pues.

El trabajo de Demotecnia nos indica que en los “escenarios electorales de arranque” el PRI tendría serias dificultades para repetir en el poder el próximo año. 

Por partido, Morena se quedaría con el 29 por ciento; el PAN 25 y el PRI, con 18 por ciento. En tierra de ciegos, el tuerto es rey: el PRD tendría 10 por ciento, casi la misma votación que la chiquillada formada por el Verde, Movimiento Ciudadano y Nueva Alianza juntos, 11 por ciento.

En una hipotética alianza del PRI con el Panal, Verde y Encuentro Social podría competir con un 29 por ciento... contra la otra alianza mejor posicionada, PAN y PRD; Morena, PT y Movimiento Ciudadano, un 37 por ciento; en otro escenario en el que PRI va solo, caería a un tercer lugar, muy a la distancia del segundo, el PAN. 

El expartidazo hace agua, sus cuadros y dirigentes lo saben. La principal aduana es la que establezca la asamblea que tiene su plenaria el próximo sábado y la soberbia es una mala consejera. Falta poco para ver si en estos días los dinos dan los últimos coletazos o se reinventan. 

La política no es ciencia exacta. Los números están ahí, aunque no siempre dos más dos nos den cuatro.