Con saldo blanco, sin pérdidas humanas que lamentar y con sólo daños menores, Franklin fue para Puebla un huracán que motivó un gran ejercicio de coordinación institucional, un “simulacro” que sin duda servirá para atender los 18 ciclones que aún faltan y, de los cuales, uno está ya en el Océano Pacífico. 

El cambio climático es una realidad comprobada por la aparición de fenómenos meteorológicos que hoy en día son más frecuentes, inciertos e intensos, y que derivan en un incremento sustantivo en las afectaciones a las personas, sus bienes y al mismo medio ambiente.

En otros textos de esta misma columna, hemos referido que el pago de afectaciones meteorológicas se ha incrementado casi siete veces con relación a los años 60 del siglo pasado; pagos que han representado más del 5 por ciento del Producto Interno Bruto Mundial (PIB), cuando el crecimiento de la economía es apenas en promedio un 2.5 por ciento anualmente. 

Ciclones tropicales, heladas, granizadas, tornados, sequías, inundaciones por lluvias intensas y elevaciones de nivel del mar, hoy son una gran amenaza que demandan con urgencia cambios más acelerados y significativos en las políticas públicas, en la educación y concientización de la población, en el manejo de los residuos sólidos, eliminación del plástico, tratamiento de las aguas residuales, recuperación de la vegetación perdida, entre otros.

Se requiere también un mayor compromiso en el cambio de políticas que reduzcan la emisión de contaminantes a la atmósfera, como los que provocan los combustibles fósiles derivados del petróleo, y dar paso a mayor velocidad a la adopción de energías limpias en sus diversas modalidades.

Pero, fundamentalmente, se necesita sensibilizar a la población general del hecho de que las ganancias de hoy, no sean a costa de sacrificar los recursos naturales que requerirán las generaciones futuras. Concientizarla de que el dólar ganado hoy, no se convierta en los 100 que se requerirán mañana para recuperar el medio ambiente deteriorado que se heredará a nuestros hijos. 

Acciones inmediatas

Cuando el Servicio Meteorológico Nacional, organismo perteneciente a la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), informó de la presencia de la Tormenta Tropical Franklin, inmediatamente se procedió, con urgencia, a informar de su trayectoria al gobernador del estado de Puebla, Antonio Gali Fayad.

El Ejecutivo estatal con prontitud convocó al Consejo Estatal de Protección Civil, a través de la Secretaría General de Gobierno, a cargo de Diódoro Carrasco Altamirano. En acciones paralelas, también se requirió la presencia del Gabinete Estatal así como el de la representación del Gobierno de la República, a través de las Delegaciones Federales. 

La información oportuna permitió que el Gobierno del Estado creara cinco centros operativos, para la prevención de desastres por el paso del huracán, en los municipios de Teziutlán, Huauchinango, Zacapoaxtla, Guadalupe Victoria y Coxcatlán; en cada uno de ellos, un Secretario del Gobierno Estatal junto con un Delegado Federal fueron responsables de su atención. De esta forma, se tomaron todas las previsiones necesarias, entre las que se encontraba el acondicionamiento de albergues para la población que habita en zonas de riesgo.

Sin contratiempos se implementa Plan DN-III

Por su parte, la Secretaría de la Defensa Nacional activó el Plan DN-III para la protección a las personas. Todas las dependencias estatales y federales hicieron su parte conforme a su responsabilidad.

Asimismo, la CONAGUA, además de mantener el monitoreo del desarrollo del fenómeno natural, destinó equipo de potabilización y transporte de agua el cual fue instalado en Juan Galindo y Teziutlán; mantuvo también un representante, a nivel subdirector estatal, en cada centro operativo. De igual forma, el Coordinador Nacional de Atención a Emergencias, Omar Gómez Ruiz, y el Subgerente Nacional de Proyectos de Agua Potable, se instalaron en Juan Galindo para atender esta emergencia. La coordinación para revisar y regular los niveles de las presas, estaba lista. 

Afortunadamente, Franklin, al tocar tierra y convertirse en Huracán nivel 1, perdió fuerza, y los 250 a 300 milímetros de lluvia que esperábamos, no se presentaron. Esto también permitió que hubiera un saldo blanco.

Con base en todo lo anterior y al margen de creencias políticas, vi una gran colaboración de todos los actores, un gran entusiasmo por atender cada quien sus tareas, entendiendo, muy claramente, sus propias responsabilidades para proteger a la población, principio y fin de la administración pública.

Desde mi perspectiva, no debiera hacer falta una amenaza climática para actuar coordinadamente, debería ser una práctica cotidiana y un ejercicio de gobierno permanente en sus tres niveles. Desgraciadamente esto no siempre se logra, menos cerca de elecciones. Pero, si los problemas nos unen, veamos ahora como mantenernos unidos en favor de Puebla y México.