El escándalo del espionaje morenovallista sigue creciendo. La rueda de prensa en el Senado de la República a iniciativa de Luis Miguel Barbosa tiene muchas aristas que deben desmenuzarse.

De entrada, el senador Barbosa se hizo acompañar de Fernando Manzanilla, cuñado y exsecretario General de Gobierno de Moreno Valle, y quien ya había señalado en la revista Proceso las prácticas de espionaje en el sexenio pasado.

El otro acompañante fue Rodolfo Raúl Vázquez, quien trabajó hasta el viernes pasado para Roberto Rodríguez Acosta, jefe de la oficina de espionaje, bajo las órdenes de Eukid Castañón.

Completó la cuarta el empresario Anuar Salomón, quien argumentó ser perseguido por el grupo de espías, por ser el principal sospechoso de tener en su posesión las grabaciones que inculpan al morenovallismo en prácticas ilegales de intervenciones telefónicas.

Ahora bien, de todo lo que se dijo durante más de una hora en la rueda de prensa, ¿qué es lo más importante?

Sin duda, para fines políticos, el hecho de que dentro de la lista de personajes intervenidos, esté el presidente de la República.

Grabar a Peña Nieto es un asunto de seguridad nacional. No estamos hablando de un tema menor, ya que se trata de un asunto de Estado.

Y más allá de que en la lista del llamado bloque 2 estén también otros secretarios de Estado, incluidos los de Gobernación, Hacienda, Sedatu y el canciller, la realidad es que la osadía de grabar al jefe del Ejecutivo tiene implicaciones de suma gravedad política y legal.

Es tan grave, que de manera desesperada, uno de los operadores de medios de RMV intentó demeritar el valor de la lista, argumentando que es una simple hoja de cálculo, la cual puede ser elaborada por cualquier persona en una computadora.

Lo que olvidan, es que la hoja de cálculo es únicamente la relación de las llamadas, de las cuales, un número importante fueron agregadas a la denuncia presentada ante la PGR por uno de los encargados de espiar a los objetivos señalados en la lista.

Otro punto de gravedad es el hecho de que el propio Raúl González denunció a Roberto Rodríguez Acosta de haber ordenado la ejecución de dos excolaboradores y el levantar al empresario Anuar Salomón, por órdenes de Eukid Castañón, de lo cual dijo tener grabaciones y cuyas copias ya están en poder de la PGR.

Penalmente, sin duda es este el punto más grave y deberá ser esclarecido por la PGR.

Por otra parte, el denunciante habló de 4 bloques de objetivos. 

El bloque 1, con los llamados enemigos del gobernador y cuya lista fue publicada hace unas semanas por el periodista Rodolfo Ruiz. 

El bloque 2, compuesto por altos funcionarios federales encabezados por Peña Nieto y por el círculo cercano del gobernador, en donde aparece la familia Gali, miembros del gabinete de RMV y algunos periodistas.

El bloque 3, cuya lista aún no se hace pública, pero en donde está el propio Moreno Valle y su esposa, la cual asegura, fue ordenada por Castañón Herrera sin el consentimiento del entonces gobernador.

Y el bloque 4, en donde Roberto Rodríguez Acosta, decidió grabar al propio Eukid Castañón, como simple garantía de vida.

Así como usted lo lee.

Se grabaron todos y los espías, resultaron espiados.

El temor de las grabaciones 

La incertidumbre en el búnker del aspirante presidencial para hacer un control de daños, radica en dos puntos: la lealtad de quienes operaron en los centros de espionaje conocidos como nidos; y saber cuántos de los archivos de llamadas están en manos de los denunciantes.

Para su mala fortuna, en ambos casos, sus expectativas no son nada halagüeñas.

Yo sé lo que les digo.