Durante la administración del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, México alcanzó la cifra de 90 millones de hectáreas, terrestres y marítimas, de áreas naturales protegidas; es decir, tres veces más de lo que había en el 2012. 

Y, esto sucedió con la finalidad de preservar la biodiversidad de las especies y de fortalecer, entre la población, el desarrollo de una cultura del cuidado del ambiente en beneficio de las futuras generaciones. 

En México, como en cualquier otro país del mundo, el desarrollo económico, las ganancias de las empresas o los beneficios de los ciudadanos nunca deberían de provenir de aprovechamientos de recursos naturales que comprometan el futuro de nuestros hijos y nietos. 

Tan solo, formar un centímetro de suelo fértil requiere un proceso natural de 300 años; sin embargo, cientos de toneladas de tierra están hoy en día en los vasos de almacenamiento de presas, en los ríos y mares. México pierde más de 540 millones de toneladas de tierra por erosión cada año. 

Aunado a estos datos, cabe señalar que un bosque tarda en hacerse productivo entre 25 y 30 años y el recuperar el brillo del agua en una corriente perdida, necesita entre 6 y 8 años después de reforestar. Recuperar arroyos y manantiales requiere de 8 a 14 años después de existir vegetación. 

Algunos estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidades (ONU), señalan que en los últimos 50 años se ha perdido un 40 por ciento de las especies animales, y esto es claro si se toma en cuenta que la fauna no se puede recuperar si no hay refugio, agua y alimento en las zonas de origen de las especies.

Un reporte de www.lubemer.com da cuenta de la presencia de perros azules que consumieron agua contaminada del Río Kasadi en Mumbay, Maharashtra, en la India, la cual es arrojada por empresas que usan colorantes para elaborar detergentes. 

Se pierde 90% de las especies acuícolas

Sin embargo, no es necesario ir tan lejos pues por aquí cerca, la pesca ribereña en los ríos de Puebla, y en varios estados del país, se ha perdido en un 90 por ciento y esto ha sido como consecuencia de la ignorancia en el manejo de las especies acuícolas así como del uso de artes de pesca inadecuadas las cuales, han motivado la escasez de peces para la alimentación y la economía de las familias. 

De igual forma, en las últimas semanas hemos sido testigos del incremento de corrientes que hacía mucho tiempo no se veían. Por ejemplo, en el Río Atoyac en el área de Tehuitzingo, en Puebla, a consecuencia de una lluvia de 70 mm en la zona de Coatzingo, el río incrementó su caudal casi 4 metros de su nivel.

Asimismo, a lo largo de todo el estado podemos encontrar muchos reblandecimientos de tierra los cuales llegan a causar deslaves y con ello, problemas para los habitantes de esas regiones. 

En mucho, esto es causado por las grandes cantidades de lluvia que se han precipitado en los últimos, pero también se explica por la falta de vegetación que hace más inestables las superficies terrestres o por la pérdida de capacidad para almacenar agua que, al no retenerse, se convierte más rápido en corriente.

En reuniones recientes con autoridades municipales así como con los Comités de Aguas Subterráneas y Saneamiento (COTAS), organismos auxiliares de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), se ha informado de la permanente pérdida de agua en el subsuelo y la preocupación creciente por los niveles de aguas residuales y residuos sólidos que están llegando, sin tratar, a los cuerpos de agua por falta de inversiones. 

Asimismo, en reunión del Comité Directivo de los Consejos de Cuenca de los Ríos Tuxpan-Jamapa, Papaloapan y Coatzacoalcos, se expresaron algunas preocupaciones por restablecer el equilibrio del medio ambiente y fortalecer el cuidado de los recursos naturales agua, suelo, vegetación y fauna. 

Como parte de una posible solución, se recomendó incrementar acciones que desarrollen una mayor conciencia entre la población y desarrollen una cultura que permita conocer, aprovechar racionalmente y fomentar los recursos existentes para mejorar la calidad de vida de la gente. Para lograrlo, se convino impulsar la participación de instituciones educativas en el seno de estos organismos.

Sin duda, contar con áreas naturales protegidas servirá para fortalecer la cultura del agua, la cultura del cuidado del suelo, la vegetación y la fauna a fin de detener la acelerada carrera de sobreexplotación que mantenemos, sin pensar en el futuro de las nuevas generaciones. 

Como lo dijeron los indios Cree: “Cuando se haya cortado el último árbol, cuando se haya pescado el último pez, cuando se haya secado el último río, entonces… entenderás que el dinero, (el asfalto, el cemento y las estructuras) no se puede comer”.

Por lo anterior, mi reconocimiento al presidente Peña Nieto, quien ha logrado grandes avances en áreas naturales protegidas de nuestro país. 

¡Lo bueno cuenta y queremos que siga contando!