Pasan los días después del sismo del 19 de septiembre, nuestro 19-S, y además de la estela de dolor y duelo, hiede la clase política que inunda los puestos en la burocracia a los que llegaron tras el largo camino meritocrático, en mala hora.

Patricia Vázquez, la secretaria de Educación; su marido, Mario Riestra; Roberto Trawuitz, de Turismo y ¿Cultura?; el de Desarrollo Social, Gerardo Islas; y hasta la secretaria general del PAN, Martha Erika Alonso de Moreno Valle, todos cortados con la misma tijera: el de la frivolidad, inocultable.

Vázquez y Riestra o Riestra y Vázquez a quienes se les considera haber sentado una responsabilidad pública monárquica en la Secretaría de Educación, decidieron que no era buena idea que estudiantes de universidades privadas tomaran un papel protagónico en la organización de colecta y acopio para aliviar el dolor de los damnificados.

Una instrucción por WhatsApp lo dejó en claro: “... necesitamos brigadas de alumnos para levantar escombros de escuelas y viviendas. Necesitamos gente. ¿Me pueden armar cada universidad brigadas por favor de al menos 20 alumnos?”, urgió la funcionaria sin tomar en cuenta criterios de selección para integrar esas brigadas, los riesgos para el alumnado y la logística para el traslado a los sitios devastados. Lo importante era no quedarse atrás.

Más aún, los mandos medios en la SEP poblana tienen claro que las riendas de la institución son llevados por el matrimonio feliz. Y ese es caldo de cultivo de un enojo general en esa burocracia, la más abultada de la administración estatal.

Trawuitz, una de las herencias más sólidas del aspirante presidencial, Rafael Moreno Valle quedó rebasado cuando el gobernador Tony Gali Fayad hizo un recorrido por el municipio de Atlixco y la junta auxiliar de Metepec, en donde fueron increpados por los pobladores que reclamaban ayuda y coordinación gubernamental. 

Iracundo, terminó por regañar en público a un ciudadano que vivía en ese momento el dolor de ver destruido su entorno. La supremacía del cargo frente al reclamo ciudadano estaba ahí, como el modelo político que vive las últimas horas.

No fue diferente la conducta de Gerardo Islas Maldonado, el titular de Desarrollo Social quien ya había dado muestras palmarias de una conducta frívola que llevó a la función pública rodeado de gente del espectáculo, envió a Luis Tfainne al centro de acopio en el Instituto Tecnológico de Atlixco en donde también fue rechazado por la altanería de la que fueron blanco algunos de los voluntarios que ofrecieron apoyo en las horas críticas luego del sismo.

Y en esa misma lógica la secretaria General del PAN, Martha Erika Alonso, repudiada en redes sociales cuando subió a Facebook y Twitter las fotos de un momento en el que se supuso un acto de generosidad que tenía todo, menos la espontaneidad.

Vive Puebla el desastre del sismo, pero también el infortunio de una clase política plagada de vanidades y oportunismo. Pasaron sin pudor de la desgracia de los damnificados y deudos a la campaña y la rapiña política. Subrayarlo era pertinente y necesario.