No es el mejor escenario pre electoral para Puebla. La violencia política suele ser el menos recomendable de los componentes cuando se trata de disputar el poder. Las lecciones de casos análogos abundan, no fallan. Una escalada de crímenes trae siempre una cadena de miedo, entre otras variables.

La muerte de un edil en funciones como Manuel Hernández Pasión es condenable desde cualquier perspectiva, pero más cuando sobre el cadáver se alienta a la polarización en un sitio que desde hace años es polvorín político.

Nadie puede estar de acuerdo con las medidas extremas a las que recurre la agrupación Antorcha Campesina y sus líderes, Aquiles Córdova Morán o Juan Manuel Celis. La emboscada que el grupo armado tendió el martes 10 a ese presidente municipal que salió de las filas antorchistas dotó de armas políticas a su nomenclatura.

El buró político encontró a un blanco clarísimo para fincar oficiosa responsabilidad por el derramamiento de sangre en la sierra norte. Marco Alonso Aco, el activista que el Movimiento de Regeneración Nacional decidió incluir en el extraño método de selección de sus coordinadores de estructura es un viejo rival de los antorchistas. 

Esa condición hizo que comprara boleto gratuito en el crimen del presidente municipal, convertido en mártir político. Aquiles Córdova Morán dijo en su discurso durante el homenaje de cuerpo presente al difunto el domingo que la ejecución formaba parte de un clima de persecución en contra de un movimiento, paradójicamente, de extraordinaria fortaleza política y económica.

Los métodos de presión, intimidación, persecución o acoso han llevado a este grupo a constituirse como la agrupación política de mayor poderío en el estado, con una presencia notable en otros lugares o regiones del país. 

Así es como Puebla tiene hoy a dos grupos confrontados. El primero acusa de asesinato a otro que pertenece a otra agrupación que tampoco es un flan en la política partidista y menos en la arena electoral: los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, el líder de Morena y próximo candidato a la presidencia, dueño de un discurso de fuego cuando así se lo propone. 

En medio, un beneficiado de un escenario de crispación política, el ex gobernador que pretende la candidatura por el Partido Acción Nacional o por el Frente Ciudadano por México: Rafael Moreno Valle, un negociador con capacidad de vender el conflicto con propósitos evidentes.

La destrucción de un bando frente a otro no será necesariamente el triunfo de alguna de las partes en pugna. Tampoco lo será el proceso electoral en curso y mucho menos los ciudadanos en medio de la polarización en aumento. El gran ganador será siempre el negociador y cabeza del grupo en el poder, que para eso está.