Resulta interesante la posición de las autoridades del Estado, ante la “inseguridad” que se ha generado al subirse a un Uber, después de que se descubrió que desde que funciona esta empresa, de cerca de 8 mil unidades, en al menos 10 casos los usuarios han estado en peligro de sufrir algún robo o alguna agresión.

Y todo esto ocurre después de que tripulantes de un Uber se vieron inmiscuidos en la muerte de una estudiante de la BUAP, que no contrató este servicio sino que murió a manos de los ocupantes de una de estas unidades.

De inmediato a don Leobardo Soto, líder de la CTM, y representante del gremio de taxistas de la ciudad de Puebla, coordinado con el Consejo de Taxistas del Estado, se le ocurrió encausar un frente para que el servicio de Uber fuera suspendido.

Y de tajo se dijo que la permanencia de Uber estaba en estudio, que la concesión podía ser ‎cancelada. Así nomás.

Y es que no faltó quienes dijeran que este sistema carecía de un control total de dueños y choferes, lo que ponía en peligro a miles de usuarios.

Estas mismas personas que hicieron los señalamientos, se les olvidó que a ninguna autoridad del gobierno de Puebla se le había ocurrido cancelar las concesiones de taxis que se han visto implicadas en delitos de asaltos, lesiones, violaciones, homicidios, secuestros.

Que a nadie se le ocurrió cancelar las concesiones de Taxi Exprés, cuando en las redes sociales apareció un video donde se apreciaba que el chofer y otros dos más habían participado en el asalto a una pareja, a quienes bajaron a punta de pistola y después despojaron de sus pertenencias.

A nadie se le ocurrió cancelar la concesión a sitios de taxis donde han ocurrido asaltos, robos a casas habitación, comercios, tiendas de conveniencia, homicidios y otros delitos graves.

Los responsables de estos delitos, o por lo menos algunos de ellos, han sido detenidos, pero muchos han burlado a la justicia.

A nadie se le ha ocurrido revisar si los conductores de taxis comunes van en estado de ebriedad, drogados o si de verdad son capaces de tripular una unidad del transporte privado.

Cualquier persona sabe que experiencia se vive al abordar un taxi.

En muchas ocasiones han tenido que empujar la unidad, porque se descompusieron.

Cuánta gente ha tenido que soportar a algún taxista que va ebrio, drogado o que simplemente está de malas.

Cuántos han soportado olores de conductores peleados con el agua y el jabón.

Cuántos taxistas se han aprovechado de temblores, lluvias, días festivos para incrementar sus tarifas, porque no hay de otra.

Cuántas bandas de delincuentes utilizan los taxis como transporte.

De un momento para otro nos convertimos en moralistas y rechazamos a transportes modernistas como Uber.

¿Qué queremos para Puebla, en nuestro sistema de transporte?

El regreso de “El Charrascas”.

Usted debe de recordar a Adrián Juárez (a) “El Charrascas”.

No tiene mucho que abandonó las instalaciones del Cereso, donde estuvo procesado y sentenciado por extorsión.

Este sujeto fue madrina de la Policía Ministerial, se encargaba de delatar a delincuencia y a cambio recibía un porcentaje de lo que les era confiscado.

Estuvo preso porque se amañó con policías para perpetrar secuestros exprés.

Junto con policías en activo se dedicaban a secuestrar a sospechosos de algún delito y tras robarles sus valores, lo dejaban en libertad.

Trabajó también en el área de inteligencia en la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP), como dedo, donde hacía lo mismo, delatar, y sus premios eran simulares.

Ahora trabaja en la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal (SSPTM) y sus actividades son las mismas.

Entonces, ¿dónde quedó el famoso profesionalismo policiaco? Si necesitan a soplones para realizar su trabajo

¿Quién le paga a “El Charrascas”?

Nos vemos cuando nos veamos.