La noche de ayer, la Comisión Permanente del PAN en Puebla decidió que sea a través de una elección abierta a la ciudadanía la forma en la que se definan las candidaturas al Senado y a las diputaciones locales y federales.

No podía ser de otra manera.

Si Rafael Moreno Valle apuesta a que ese sea el método para definir al candidato a la Presidencia de la República, estaba obligado a imponerlo en su estado.

Es exactamente lo mismo que hizo Manuel

Bartlett en el PRI, cuando abrió en Puebla el proceso, para dejar una supuesta muestra buscando que a nivel nacional se repitiera la fórmula y así evitar el dedazo presidencial, para intentar colarse a la candidatura tricolor rumbo a Los Pinos.

Fue así como se logró colar Melquiades Morales, aunque en la nacional el dedazo presidencial impidió a Bartlett ser el candidato.

Regresando a Puebla, urge que alguien le comunique a la dirigencia estatal y a su jefe político que el acuerdo tomado ayer por la noche, terminará en el cesto de la basura cuando entren en vigor los acuerdos del Frente Ciudadano, el cual marcará los lineamientos para designar candidatos.

Y suponiendo —sin conceder— que el Frente Ciudadano se disolviera y que el PAN tuviera que elegir a sus propios candidatos, tampoco les sirve su acuerdo de elección abierta por una simple y sencilla razón: que la Comisión Permanente estatal no tiene atribuciones para tomar una decisión que rompa con los métodos contemplados por sus estatutos.

La naturaleza priista de Moreno Valle le impide entender que en el PAN los estatutos operan exactamente al revés. El método ordinario establecido es el de la elección por los miembros del PAN y un método extraordinario sería la votación abierta, en cuyo caso, se tendría que aprobar por la Comisión Permanente del Consejo Nacional y no el local.

Pero vayamos más allá, en caso de que la Comisión Permanente del Consejo Nacional tuviese que definir un método extraordinario, tiene la facultad de definir por designación directa a los candidatos, lo cual es mucho más factible, que aprobar una elección abierta.

Es decir que lo de ayer fue una vacilada sin efectos reales, la cual será echado abajo en cuanto lo decida el CEN panista, léase Ricardo Anaya.

Lo demás, es lo de menos.