Pan con lo mismo, pero con chispas de chocolate, como si fuera una estrategia de mediocridad y mala fe contra la tauromaquia nacional, salpicada de la intención de consentirnos. Lo que pasa es que parece que tienen ganas de dar un buen serial, junto con sus planes siniestros para convertir en otra cosa el edificio taurino de Insurgentes.

Sé que soy un ser de la posmodernidad y como tal, estoy marcado por las tres características de los tiempos que corren: el desencanto, la desconfianza y la apatía. Particularidades que en mí, se acentuaron después de haber revisado los ocho carteles, que en realidad son siete si restamos el de caballos a realizarse el uno de enero. No importa que haya cambiado la empresa que gestiona la plaza más vacía del mundo, las cosas se repiten sistemáticamente.

Olé mis huevos, ¡qué ansias! El primer cartel hace que clame yo a los dioses para que llegue pronto el diecinueve de noviembre. Quisiera estar ya en la ciudad de México. ¿Por qué, ¡carajo!, por qué, por qué, por qué, han recorrido tres semanas la fecha de inauguración? No ven que la ilusión de ver el mano a mano, entre Julián López El Juli y Joselito Adame, me está quemando las entrañas. Mi delirio crece al pensar que es un hecho que mataran una arrogante y encastada media docena de “teofilitos”. ¡Viva América!, ¡yupi, yupi, qué empiecen las vacaciones!

Y una semana después, ¡Madre mía!, otro cartelazo. Éste será largo como la cuaresma. Dos toros por designar para… esta es una fea costumbre que se ha hecho popular en la corrida posmoderna, la de confeccionar el cartel sin poner la procedencia de los toros, cuando sería mucho mejor, que dijera por ejemplo, dos toros de Tepeyehualco para un torero por designar -capten ustedes el doble filo-, pero yo escribo alargando el trazo y recreándome en la suerte.

Los toros incógnitos son para Pablo Hermoso de Mendoza, ¡qué barbaridad! entonces, ¿acaso, serán de Rancho Seco? Luego, Jaral de Peñas para Cayetano, que está bravo como un león, Arturo Saldivar, que va por su oportunidad número trescientos chorromil y Leo Valadez, al que queremos ver.

El tres de diciembre, un toro del Vergel para el rejoneador Jorge Hernández Gárate, táctica para tener sentados a los espectadores impuntuales cuando empiece lo serio, entonces, tres “teofilitos” y tres blanduras de Julio Delgado -me empalago con la media docena de macarrones- para Enrique Ponce, Joselito Adame y Octavio García El Payo. No tengo virtudes de gitana, no obstante, vaticino unos faenones antológicos, que se nos habrán olvidado a la hora de la cena.

Domingo diez de diciembre, ocho toros de Xajay, para Sebastián Castella, Sergio Flores, Ginés Marín y Luis David Adame. Este podría ser un buen cartel, si los toros de don Javier Sordo son seleccionados en los potreros de lo encastado y con edad. Sueño guajiro, pero la esperanza es lo último que debe morir. Por otra parte, esta temporada habrá invasión de “adames” y podremos encontrarlos hasta en la paella que venden afuera de la plaza y en la carta de los tacos del “Villamelón”.

Perdonen que venga de aguafiestas, pero la corrida del beneficio, la del doce de diciembre, con José Tomás y pandilla, lleva pinta de que será un festivalote con puro cornicorto recortado,  a propósito la redundancia de pobre cabeza, además, serán del emocionante encaste del camotito. Mucha buena voluntad solidaria y muy poca madre taurina, sin embargo, se agradece.

La del diecisiete de diciembre también se puede poner buena si salen tíos con toda la barba para los de a pie. Andy Cartagena matará dos de Rancho Seco y luego, Fermín Rivera, que no perdemos la fe en que se puede convertir en figurón y Juan Pablo Sánchez que hará su intento número “muchosccientos” por convencer a la afición.

La corrida de Navidad, si los señores ganaderos Hernández también mandan lo encastado y con credenciales de toros, será un corridón. La matan Fabián Barba, Antonio Romero y Gerardo Adame.  A está, que no irán ni las tías de los toreros, como espectador vale la pena apuntarse.

Así que será la temporada del “puede que sí, puede que no”. Depende de que se lidien toros-toros en las que van toreros interesantes. Puede también -¡sería fantástico!- que alguien saque el as bajo la manda y le ponga un soplamocos a José Tomás. Me explico: sumo mi petición a la de algunos colegas escritores de toros, Miriam Cardona Martínez y Luis Eduardo Maya Lora al cante, en trilogía proponemos que de verdad, Enrique Ponce torne la temporada 2017-2018 de la Plaza México en un acontecimiento histórico:

-Maestro Ponce, acaba con cualquier resquicio de duda: ¿qué estás esperando para celebrar tus veinticinco años de confirmación en nuestro país, matando una corrida de Piedras Negras? Entonces, sí, me convierto  al poncismo, ¡lo juro por mi madre!, hasta la muerte. ¡Sería de huevos!