La suma de Juan Manuel Vega Rayet al grupo de priistas que busca la candidatura al gobierno del estado le añade entusiasmo a la contienda interna que, por momentos, pareciera que ya estuviera definida a favor del delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Enrique Doger Guerrero.

El delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) no es un aspirante de paja y con una buena operación política y las circunstancias adecuadas podrían convertirse en el caballo negro hacia 2018.

Es imposible pasar por alto que desde esa posición, a la que llegó en enero de 2013, el ex diputado federal ha podido procurarse una estructura estatal y contacto permanente con la gente de toda la entidad, por cinco años, casi un lustro entero operando los programas de combate a la pobreza y asistencialismo social.

Tiene entre sus colaboradores a potenciales operadores de tierra —claro si es que renuncian a sus cargos y cumplen cabalmente con la ley—, que bien pueden trabajar a favor de sus aspiraciones.

Eso es un punto que él está tomando muy bien en cuenta, aunque sus probables adversarios internos, como Juan Carlos Lastiri Quirós, Jorge Estefan Chidiac y el mismo Doger, puede que lo desdeñen.

Con sobrada presunción, en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), como en muchos otros, se habla de “democracia interna”, pues bien, ahí está otra carta para que la puedan llevar a la realidad.

El delegado de Sedesol rompe así la impresión de que es un incondicional del subsecretario de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Juan Carlos Lastiri, y hace su propia apuesta, en la que pone sobre la mesa su resto, como se dice en el argot de los pokerstars.

Vega Rayet, ex alcalde de Izúcar de Matamoros, ex diputado local y federal tiene también apuntalamientos nacionales que podrían resultarle útiles.

Es amigo del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, con quien coincidió en San Lázaro en la LIX Legislatura (2003-2006).

También en esa época, cuando el hoy presidente de la República, Enrique Peña Nieto, era presidente del Congreso local del Estado de México en la LV Legislatura (2003-2006), coincidió con Vega en un viaje de diputados locales y federales mexicanos a Brasil, para asuntos parlamentarios.

En aquella ocasión, hace más de 13 años, cuentan algunos de sus allegados que hubo buena química entre los dos y entre sus respectivas esposas, las dos ya fallecidas.

Al calor de charlas y anécdotas en un restaurante a las orillas de la célebre —por aquello del bossa nova de Tom Jobim y Vinicius de Morais, Garota de Ipanema (Chica de Ipanema)— Playa de Ipanema, una vez que habían terminado los trabajos a los que fueron convocados en la nación sudamericana, acuñaron una amistad.

Si se llega a complicar la designación del candidato del PRI a Casa Puebla para 2018, las cosas podrían cuadrársele a Vega, como quien destrabe la maraña que podría generarse. 

En esto de la designación de abanderados, las relaciones, acuerdos y apoyos cuentan tanto como las capacidades. 

Cometerá un error quien menosprecie la aspiración de Vega.