Sin que se avizore una solución pronta y en términos cordiales, el Partido Acción Nacional (PAN) se encamina inexorablemente al fracaso en 2018, por la cada vez más subrayada división interna, su pronunciada debilidad y la fuga de cuadros, militantes y simpatizantes.

Variables a las que hay que sumar la amenaza directa de la burocracia cupular contra panistas icónicos, líderes morales e históricos del albiazul, con la expulsión fast track, si se atreven a respaldar, hasta con la levedad de una declaración, a opciones distintas.

Así lo advirtió el vocero de la dirigencia nacional, Fernando Rodríguez Doval. En su intimidación que huele a vendetta, a pleito fraterno a muerte, a Caín contra Abel, toda vez que los estatutos no tienen contemplado un procedimiento de expulsión para los militantes que apoyen a otras fórmulas o institutos políticos, sino que ésta se da “en automático”.

Visto así, es cuestión de días para que el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa reciba la notificación del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), que preside el queretano Ricardo Anaya Cortés, de que le han retirado su membresía panista, la que lo enorgullece desde la cuna y que lleva en el ADN a la par de la sangre que corre por sus venas, de sus ancestros milicianos cristeros, al igual que a Margarita Zavala Gómez del Campo, su esposa.

Es una obviedad que Calderón apoyará a su cónyuge en su afán de convertirse en candidata independiente a la Presidencia de la República, como muchos otros militantes y cuadros calderonistas, como los senadores Ernesto Cordero y Roberto Gil Zuarth; el primero fue secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el segundo secretario particular y luego subsecretario de Gobernación, en el calderonismo.

Los dos ya antes fueron amenazados con el destierro del paraíso blanquiazul, por haberse saltado las trancas, desobedecer al dirigente nacional Anaya, y conseguir que Cordero llegara por segunda ocasión en este ejercicio senatorial a la presidencia de la Cámara Alta.

Una medición que los anayistas y la burocracia dorada que controla el PAN no han hecho es que con cada expulsión que hagan de personajes tan importantes en la historia contemporánea de ese partido, se irán también un buen número de militantes y simpatizantes tras ellos, igualmente indignados y victimizándose, con razón o sin ella.

Esa batalla entre hermanos de sangre azul, llena de profundos e irreconciliables rencores y referencias bíblicas, llevará al PAN a la anemia política. Perderá sin duda muchísima fuerza.

Igual puede ocurrir en Puebla, aunque los panistas de cepa en la entidad han sido timoratos para enfrentar al morenovallismo que lo mismo se ha apropiado de AN que ahora del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

En los niveles nacional y estatal hay listas de cuadros que pueden ser expulsados.

La advertencia está lanzada, como si se tratara de una ejecución, el destierro será en automático.