En tiempos de nuevos paradigmas en la política partidaria, un dato salta con fuerza y encierra su propia paradoja con un Andrés Manuel López Obrador como el gran perdedor frente al propio esquema electivo interno de su partido.

Visto como un dirigente que no admite réplica ni contrariedades existen al menos tres expedientes que obligan a repensar el papel del tabasqueño en la nueva circunstancia por la que atraviesa su propia figura, muy próxima a competir por tercera ocasión por la Presidencia de México, como ya sucedió en 2006 y 2012.

En 2016 su candidato preferido para competir por la gubernatura de Puebla en la campaña por la que el PRI-Verde colocó a Blanca Alcalá y el PAN-PRD-Panal a Antonio Gali, fue el diputado federal Rodrigo Abdala. 

La historia es bien conocida pues el ganador de una encuesta interna fue el académico Abraham Quirós, hasta antes de ese episodio, desconocido en la escena política.

Ese fue el primer round perdido por López Obrador, pero no el único pues en este periodo apostó por otros dos personajes que también resultaron vencidos: Enrique Cárdenas, ex rector de la Universidad de las Américas Puebla; y Olga Sánchez Cordero, la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para la Ciudad de México.

Al ex rector universitario le cobró tal estima que lo recibió antes y después de la medición que dio como ganador en Puebla al senador Luis Miguel Barbosa. 

Recibió una invitación expresa para formar parte del gabinete que López Obrador está por anunciar en diciembre próximo, que el académico rechazó.

El resultado fue notorio pues ninguno pasó la prueba del estudio de opinión efectuado por Morena y como sucedió en 2016, el dirigente partidista tuvo que conformarse con candidatos no consentidos por su criterio.

El sistema electivo de Morena le jugó las contras y tuvo que apechugar. Por eso llama la atención el resultado de la encuesta en Puebla para elegir a su coordinador de organización y precandidato al Senado está por ser revelado.

Tres perfiles estuvieron en ese estudio, dicen por lo menos cuatro fuentes acreditadas en ese partido, convertido en el mayor atractivo político en tiempos de rechazo ciudadano a la ortodoxia partidaria: PRI, PAN y PRD.

El dirigente de Morena, Gabriel Biestro Medinilla colocado entre los activos de ese partido por su convicción con los principios que rigen su actividad política: no robar, no mentir y no engañar.

El otro es Fernando Manzanilla Prieto, ex secretario General de Gobierno en la primera mitad del sexenio de su cuñado Rafael Moreno Valle y artífice de la construcción de la estructura de Morena para la defensa del voto en 2018.

Y el diputado federal Alejandro Armenta Mier, el único legislador que salió del área de confort priista al acusar componendas entre el grupo compacto de Enrique Peña Nieto con Moreno Valle, el ex gobernador que busca ser candidato presidencial por el PAN.

¿Quién habrá estado en su ánimo como preferido?