En Los Pinos la sonrisa de Enrique Peña Nieto y su primer equipo debe ser amplia y relajada luego de que, desde las primeras horas del anuncio de que José Antonio Meade Kuribreña será el candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se han multiplicado las evidencias de que su apuesta a favor de un candidato externo, con perfil “ciudadano” y que tiene cientos de coincidencias con los panistas, está funcionando a pedir de boca.

Al lado de los halagos y entusiasta apoyo que el ex secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP) recibió del priismo más tradicional, con el resurgimiento de la liturgia tricolor del destape, como en sus tiempos de esplendor, se ha venido manifestando a su favor, de manera muy pronta y contundente, un sector importante del Partido Acción Nacional (PAN), que lo ve como “la mejor opción”, incluso por encima de cualquier aspirante de su instituto.

La cualidad que el pragmatismo de Peña y los suyos vieron en Meade, y que fue el elemento fundamental para su unción como virtual candidato a la Presidencia de la República, resultó un acierto contundente: la conjunción de visiones que el también ex canciller representa en los bandos tricolor y albiazul.

Meade es el candidato de un grupo nutrido de militantes del PAN, sin que vaya a aparecer en la boleta bajo esas siglas, y el priismo tradicional, disciplinado, sumiso y acostumbrado a la línea vertical desde la cúpula, no cuestionará la vertiente de derecha de su candidato externo, ni que nunca haya sido militante tricolor.

Los halagos, incluso mejores y con mayores líneas argumentativas para Meade, han venido paradójicamente de los panistas, aunque es explicable por el pasado que tuvo como secretario de Estado en el gobierno de Felipe Calderón.

El senador poblano, famoso por sus pleitos en Twitter con propios y extraños, Javier Lozano Alarcón, reconoció que le gusta Meade como opción y que hay muchos panistas que comparten su opinión.

Apuesta (el PRI) por una persona que, sin ser militante, recoge los atributos de un político respetable que pudiera abanderar la causa del partido y de las personas. Es un producto apetecible para procesos democráticos”, dijo Lozano en entrevista en Imagen Radio.

En un lance mucho más arriesgado, el presidente del Senado, el panista Ernesto Cordero, incluso sugirió que podría votar por Meade y no por la opción de su partido, Acción Nacional.

Sí, yo sé que soy militante de un partido político, pero tampoco estoy obligado a votar por una barbaridad, como las que está proponiendo el Frente Ciudadano por México, que están proponiendo demagogia pura. El ser militante de un partido político no me obliga a votar por algo tan absurdo como lo que están proponiendo”.

Con toda seguridad, en la Puebla del morenovallismo hay muchos que coinciden con ellos dos, comenzando por el ex gobernador Rafael Moreno Valle, a quien le conviene la llegada a la candidatura del PRI del funcionario peñista con quien más y mejores acuerdos pudo concretar.

Hasta ahora, la estrategia de Los Pinos surte los efectos esperados.