Escribí hace unos días de la sorprendente habilidad de Rafael Moreno Valle para medir los tiempos políticos y de ahí sacar el mejor provecho de sus oportunas decisiones.
 
Pues parece que ese extraordinario manejo del timing lo fue perdiendo en el camino, toda vez que en su obsesiva ruta hacia Los Pinos, fue dejando pasar las oportunidades de capitalizar su estructura política.
 
Vayamos por partes.
 
Salvo quienes se subieron al tren del mame presidencial desde la estación de partida ubicada en Puebla, todos los demás sabíamos que era un sueño guajiro, que podría terminar convertido en una auténtica pesadilla.
 
Con el trébol de cuatro hojas que lo ha acompañado en su bolsillo desde que retornó a Puebla cuando Melquiades Morales le obsequió al General Moreno Valle la Secretaría de Finanzas para su nieto, siguió su camino confiando en que la suerte es eterna.
 
Después de ser gobernador, con las maletas cargadas de ambición y billetes, emprendió un viaje a Los Pinos, sin darse cuenta que no podía abusar ni del trébol y mucho menos de la gente.
 
Pese a todo, su ambición y los billetes lograron un crecimiento que lo puso en el juego presidencial. Tercer lugar de los tres suspirantes panistas pero estaba dentro.
 
Otro golpe de suerte viene a su juego de cartas cuando Margarita anuncia su renuncia al PAN. Con ese descarte, Moreno Valle se coloca segundo en automático y con esto gana también los reflectores nacionales como el único finalista contra Anaya.
 
Es ahí en donde Rafael logra su cresta de posicionamiento, misma que no supo interpretar.
 
La salida de Margarita en lugar de darle elementos para lograr una negociación de antología, lo hizo perder la cabeza pensando que estaba en condiciones de arrebatarle a Anaya la candidatura.
 
Un estirón de más a la cuerda, dio como resultado que en lugar de asegurar las posiciones clave para su futuro político, como la gubernatura de Puebla, la plurinominal al senado para él y hasta la presidencia del partido a cambio de levantarle la mano a Anaya, Rafael hoy esté fuera de la pelea presidencial, viendo Mancera y Anaya se disputan la candidatura, con un capital político totalmente devaluado.
 
El valor de las canicas morenovallistas al momento de la renuncia de Margarita era a precio de oro, hoy no valen ni de agüitas.
 
Y a todo lo anterior hay que agregar la encuesta que ayer publica El Universal —periódico que ha detonado el supuesto enriquecimiento ilícito de Anaya— dice que el PAN ha recuperado la confianza del electorado casi a los niveles de Morena.
 
Es decir que quienes pensaban que el PAN llegaría desahuciado a la elección presidencial de la mano de Ricardo Anaya, podrían estar muy equivocados.
 
Y eso, de cara a la definición de las candidaturas en los estados lo pueden hacer tomar la decisión de designar desde el CEN al candidato, lo que implicaría para el grupo morenovallista perder hasta las llaves de Casa Puebla.
 
¿Será capaz Rafael de subirle el valor a sus canicas, para —cuando menos— mantener el control de su estado?
 
Veremos y diremos.