La liga de la que hemos hablado en los últimos días está a punto de romperse.

La ausencia de Rafael Moreno Valle y todo su grupo político es una clara muestra del momento que vive la relación entre el virtual candidato del Frente Ricardo Anaya y el frustrado suspirante.

Decíamos en una reciente entrega que Moreno Valle perdió una magnífica oportunidad, cuando Margarita Zavala renunció al PAN dejando al poblano la posibilidad de negociar su capital político a precio de oro, a cambio de levantarle la mano.

En ese momento, sumarse a la candidatura de Ricardo Anaya podía darle a Moreno Valle una suculenta rebanada del pastel.

Sin exagerar, podía pedir la candidatura para su esposa, la senaduría plurinominal para él —con la coordinación parlamentaria incluida— y en un golpe de suerte hasta la dirigencia nacional del partido.

Sin embargo, la conocida soberbia del poblano lo llevó a hacer una declaración por demás desafortunada. A la pregunta expresa sobre sus intenciones de negociar a cambio de Puebla y el Senado, muy molesto contestó: “No puedo negociar lo que ya tengo”.

¿Lo que ya tengo?

Lamento informarle que su inasistencia al registro de Anaya, sumada a la confrontación constante de los últimos meses contra el CEN del PAN lo puede dejar sin una y sin otra.

No quiero sonar fatalista pero si algo le faltaba al morenovallismo era que llegara a la Secretaría General del CEN del PAN un personaje como Marcelo Torres Cofiño, un panista real, totalmente contrario a los intereses del grupo poblano, lo cual puede cambiar el destino de las candidaturas locales.

Y lo peor de todo es que si la ruptura se concreta, el candidato natural de la dirigencia nacional del PAN sería Eduardo Rivera, quien —de llegar a Casa Puebla— no dudaría en mandar a la sombra a quien lo persiguió durante los últimos tres años.

Lo que es un hecho, es que si Ricardo Anaya decide designar candidato, a Moreno Valle le pueden ir administrando los santos óleos.

Sin duda, la que terminó, es la semana más negra en la historia del morenovallismo.

Y lo peor está por venir.

El fracaso de los independientes

Para ser candidato independiente a diputado federal se requiere presentar el respaldo del dos por ciento del Listado Nominal, contando con dos meses para recoger las firmas; lo grave es que en Puebla, tres de los cuatro aspirantes que se encuentran en ese proceso, han fracasado de manera rotunda.

Las cifras son demoledoras: Alejandro Zamora García, aspirante por el distrito 13 con cabecera en Atlixco, apenas cuenta con  377 de las 6 mil 017 firmas que necesita; Filiberto Méndez Torres quien aspira a ser candidato por el distrito 5 con cabecera en San Martín suma solo 477 apoyos de los  5 mil 699 que necesita; Demetrio Zamora Serrano, aspirante por el distrito 11 con cabecera en la capital, ha recabado 2 mil 201firmas de las 5  mil 985, y quien se defiende más es Abayubá Duché García, aspirante al distrito 12, con cabecera en la capital cuenta con 5 mil 896 firmas de las 6 mil 593.

Los porcentajes son del 6, 8, 37, y 85 por ciento, y al cerrarse esta semana el plazo, posiblemente no haya candidatos independientes a la diputación federal.

Es la triste realidad de los independientes.