Hasta el 10 de diciembre la Fiscalía General del Estado (FGE), ha contabilizado un total de 334 muertos que se encuentran en calidad de desconocidos.

Estos cadáveres forman parte de las listas de ejecutados, asesinados, calcinados, descuartizados, muertos en choques, atropellados, por enfermedad, que la FGE levantó en estos casi 12 meses.

De los casos de homicidios violentos, la FGE ocultó la gran mayoría de éstos, sobre todo, los relacionados con el crimen organizado.

Con un sólo propósito, el de ocultar la realidad que el estado de Puebla es una romería de cárteles, ahora no únicamente de las drogas, sino también del huachicol, de la prostitución, de los asaltos a carreteras.

Desde “La Línea”, pasando por “Los Zetas”, los de Michoacán, Sinaloa, Chihuahua, Estado de México, Guadalajara, Morelos, muchos cárteles han pasado por Puebla y otros más se han asentado.

Todos éstos están relacionados ‎con homicidios violentos, donde las víctimas han sido baleadas, calcinadas, descuartizadas, asfixiadas, desolladas.

Podría decirse que el 2017 ha sido el año más violento en el territorio poblano.

Donde la FGE no pudo esclarecer ni siquiera la mitad.

Sería el año de más violencia y de más ocultamiento de la información.

A la FGE le convino callar su impunidad para las investigaciones de los violentos asesinatos.

Los homicidios de más violencia, que demostraron la presencia de cárteles de las drogas fueron desde mayo a noviembre.

Los escenarios principales se situaron en la zona de “El Triángulo Rojo”, el sur y la misma ciudad de Puebla.

Por día aparecieron víctimas de una guerra entre cárteles.

Las narcomantas dieron cuenta de la llegada de grupos como el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Este año amenaza con cerrar con más violencia, sobre todo, porque no hay tregua entre “Los Zetas” y los de Jalisco, que siguen despedazándose.

Los ajustes van a continuar, lo mismo que el fiscal Víctor Antonio Carrancá.

Lo mismo que la impunidad.

Nos vemos cuando nos veamos.