Los términos del arreglo político entre los partidos firmantes del llamado Frente establecen que siete de las nueve gubernaturas en disputa estarán repartidas entre el Partido Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano.

El acuerdo establece que del total, que son la Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Yucatán y Veracruz, estarán repartidas según la cuota partidaria, lo que permite adelantar que tres de esas plazas van a corresponder al PAN.

Se trata de Guanajuato, Veracruz y Puebla, tres de los padrones más abultados de los que cualquier fuerza política requiere para retener el poder para el caso del PRI, o para recuperar la Presidencia de México en 2018, en el de Acción Nacional y sus aliados de coyuntura.

Ricardo Anaya Cortés, el virtual candidato de esa alianza electoral, deberá negociar con los factores de decisión más influyentes de esas tres plazas para designar no sólo a quienes son más competitivos, sino a quienes garanticen mantener los equilibrios internos en sus respectivos grupos en el futuro inmediato, pero también suficientes votos frente a dos adversarios que han dado muestras de ser competitivos: Morena y el Revolucionario Institucional.

En Puebla existe una circunstancia compleja, pues el jefe real del grupo dominante se llama Tony Gali Fayad, el gobernador del estado que ha tenido que convivir con un antecesor incómodo por su perfil obstinado, autoritario y arrogante: Rafael Moreno Valle, quien hasta el viernes de la semana pasada acarició la idea de ser candidato presidencial.

Desde que comenzó la gestión de gobierno de éste, en enero de 2011, dejó ver su inclinación por hacer que su esposa Martha Erika Alonso de Moreno Valle se convirtiera en gobernadora. En Casa Puebla abundaron testimonios sobre esa idea. La actual secretaria general del PAN ha sido panista de siempre, lo que la valida para tener una legítima aspiración.

El pero viene después, según la perspectiva. Con el historial de agravios que existe entre Anaya Cortés, quien para efectos prácticos decidirá quiénes harán campaña junto a su lado en la primera mitad del próximo año y el ex mandatario, surgen los nombres de Jorge Aguilar Chedraui, presidente del Congreso, y Luis Banck Serrato, edil de la capital, como cartas en la mesa en la que se juega el poder.

Aguilar Chedraui anunció que dejará la curul a principios de 2018 para estar en condiciones de competir. Esta columna anticipó que sería candidato a la presidencia municipal de la capital, pero un viraje en la ruta de este panista como producto de una negociación cupular lo podría colocar en la ruta de la candidatura al gobierno del estado.

Banck Serrato, quien ha dicho a su equipo en reuniones cerradas que de ser necesario se quedará a culminar la gestión para la cual fue designado para poder concretar políticas públicas que parecen comenzar a dar resultados, también estaría en esa lógica.

El Partido Acción Nacional es la marca mejor valorada entre los ciudadanos de la ciudad más importante del estado, pero ha habido elecciones en las que ha probado el sabor de la derrota. Un mal acuerdo entre los factores de decisión en ese partido no sólo traerá un descalabro local, sino que abonará al resultado general de la elección presidencial en el primer domingo de julio. Las cartas están sobre la mesa, se vale cruzar apuestas.