Mientras la mayoría de los morenovallistas han mantenido la mesura en torno al apoyo a Ricardo Anaya, y esperan que Rafael Moreno Valle Rosas diga si se suma o no, las traiciones han comenzado al interior de ese grupo, y uno de los primeros en hacerlo es Pablo Rodríguez Regordosa, quien fue beneficiado por su jefe político.

Ni tardo ni perezoso, Pablito, desde el lunes pasado, anunció que apoyará a Ricardo Anaya por ser panista, dándole una puñalada por la espalda a su jefe.

El hoy diputado que aspira a ser candidato al Senado, olvida quién lo hizo secretario de Desarrollo Económico, y le permitió hacer negocios, pero no solo eso, lo convirtió en diputado local y presidente del Comité Municipal del blanquiazul. Incluso, logró que  su esposa Mónica Rodríguez se convirtiera en diputada federal.

Independientemente de lo que hemos expresado de Rafael Moreno Valle, hoy vemos que hay seguidores y personajes políticos con menor calidad humana que él, y eso sí es grave.

Sucede que ahora Pablo Rodríguez busca aparecer como un panista redimido.

Ver para creer.

El despilfarro de los partidos

Todo un escándalo armaron los partidos políticos por el recorte presupuestal de 800 millones de pesos anunciado por el Instituto Nacional Electoral (INE), mismo que no les va a pegar directamente a estos; sin embargo, sus protestas marcan el cinismo con el que operan estos institutos políticos.

Durante su visita a Puebla, Marco Antonio Baños Martínez, integrante del Consejo General de INE, dio a conocer un dato poco conocido, el 30 por ciento de las prerrogativas que reciben los partidos políticos se va al pago de multas debido al mal manejo de los recursos.

Para los partidos les es más fácil pagar una multa que es dinero de los ciudadanos, que cumplir con la transparencia, además de que estas multas sirven para pagar las tranzas que hacen, y no se castiga al responsable.

La realidad es que los partidos seguirán recibiendo financiamiento aún y cuando no haya elecciones, esto sólo ocurre en México.

Sin embargo, ahora todos los partidos empiezan hablar de transparencia y rendición de cuentas, pero en la práctica eso no sucede.