Imagen y semejanza de la familia González Torres que construyó una rentable franquicia electoral con el Partido Verde de México, en Puebla está por consumarse un caso más de dinastía política, con cargos que se reparten entre la parentela.

Y como sucede en Acción Nacional, en este partido que en el pasado fue aliado del PRI y ahora traza su propia ruta en la elección para gobernador, nominará al otrora empresario textilero, Antonio Kuri Alam, actual delegado del Instituto del Fondo Nacional de Fomento a la Vivienda de los Trabajadores.

De concretarse la candidatura de Kuri Alam se habrá consumado un caso más de nepotismo, pues su hijo Juan Pablo Kuri Carballo es el dirigente de ese partido político. Y se inscribe en el debate entre los aspirantes a ese cargo que han acusado al matrimonio Moreno Valle-Alonso Hidalgo de monárquicos.

No es la única lectura; sin embargo, pues en el escenario particularmente complejo en el terreno electoral, el padre del joven dirigente del Partido Verde llegó a coquetear con el Partido de la Revolución Democrática para ser abanderado a presidente municipal.

Y si como lo dice la leyenda urbana, los cargos en las delegaciones los palomeó directamente el presidente Enrique Peña Nieto, estamos ante un evidente acto de traición al Partido Revolucionario Institucional en momentos en que ese partido necesita de sus viejos aliados para recuperar Casa Puebla.

Con Kuri Alam en la boleta electoral bajo las siglas del partido que lidera su hijo, no sólo le resta uno o dos puntos de los sufragios que como oxígeno requerirá el partido del presidente de la República para dejar al sucesor José Antonio Meade y al abanderado en Puebla, Enrique Doger Guerrero.

La postulación del ex presidente de la Cámara Textil está confirmada. No tendrá ninguna posibilidad de triunfo bajo un partido rodeado de desprestigio y rechazo.

Más aún, atenta contra la inteligencia del electorado a quien un segmento de la clase política considera en una minoría de edad, sin capacidad para discernir de un proyecto oportunista y abusivo, como el caso que nos ocupa.