Hoy que López Obrador ha puesto a temblar el proyecto político de Moreno Valle en Puebla, vale la pena recordar lo que en su momento publiqué en esta columna, hablando del tema de los riesgos que implicaba mantener vigente la minigubernatura de un año y ocho meses.

Se los expliqué con manzanas, con ábaco y hasta con matatenas y nunca lo entendieron.

Quemar a su mejor candidato en una minigubernatura implicaba un enorme riesgo para el 2018; pero la soberbia cegó a Rafael y hoy están sentados en un barril de pólvora.

Si en lugar de ese miniperiodo, desde Casa Puebla se hubiera dictado línea a los sumisos diputados locales de ampliarla a cuatro años y ocho meses, hoy el morenovallismo estaría tirado en la hamaca, viendo cómo se hundía el barco de Ricardo Anaya, mientras Rafael aseguraba su senaduría plurinominal y con Tony gobernando por tres años más.

Aquí les dejo una columna que es hoy un testimonio de que se lo advertí a Rafael, y conste que no es mi amigo. Veamos.

Contracara 25 de agosto de 2014

¿Desaparecer la minigubernatura el Plan B?

 Hace unos meses, en los días previos a la elección del presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, abordé un tema que parecía ser un posible plan B en caso de que Gustavo Madero no lograra mantenerse al frente de su partido, tirando por la borda el proyecto presidencialista de Moreno Valle.

El plan B era desaparecer, a través del Congreso del Estado, la figura del minigobernador, ampliando a cuatro años y ocho meses —en lugar de año ocho y meses— el próximo periodo gubernamental.

Sin embargo, el contundente triunfo del grupo maderista-morenovallista en la elección panista cambió momentáneamente el escenario para Moreno Valle, quien solidificó su poder al interior de su partido, convirtiéndose en el principal aspirante a la candidatura presidencial.

Eran los tiempos de éxtasis en la burbuja del gobernador poblano, quien parecía imparable para alcanzar la ansiada candidatura, para buscar hacer realidad el sueño presidencialista.

Para su mala fortuna, una bala maldita truncó el sueño presidencial del 2018, lo cual obligará a Moreno Valle a ajustar su proyecto político, para evitar que le suceda lo mismo que al proyecto marinista.

Lo sabemos, la carrera política morenovallista es antes y después de Chalchihuapan, por lo que —si no se nubla la mente del Señor de Los Cerros— éste deberá pensar, antes que en su sueño, en su permanencia.

Es decir, la prioridad debe ser Casa Puebla y no Los Pinos, de tal forma que las circunstancias podrían llevar al morenovallismo a aprovechar las dos próximas elecciones para fortalecer a su grupo político y no esperar a que la suerte marque su destino.

Así las cosas, una reforma a la Ley Electoral podría eliminar la minigubernatura para aumentar su periodo a cuatro años y ocho meses.

La lógica es muy sencilla.

-Si mantuvieran la minigubernatura, tendrían que utilizar a su único gallo —Tony Gali— en 2016 y difícilmente tendrían un buen perfil para 2018.

-Si queman a Gali en 2016 para la mini, tendrían que enfrentar al PRI en 2018 sin alianzas partidistas.

-Al no ir de candidato Moreno Valle, tendrían que someterse a los riesgos de la inercia presidencial en donde el PRI y la izquierda tienen fuertes perfiles. 

-Si en 2016 se elige a un gobernador de cuatro años y ocho meses, pueden ir en una multialianza de partidos y aprovechar la estructura gubernamental, ampliando así las posibilidades de mantener el proyecto político hasta 2021.

Para los entendidos, no es extraña la intención de Moreno Valle de que al frustrarse su intentona presidencial, vaya a pelear por una senaduría plurinominal, para intentar recomponer desde el liderazgo del Senado sus aspiraciones presidenciales.

Entendiendo que la memoria no es una de las virtudes o cualidades de los electores mexicanos, el Señor de Las Balas apostará a esa amnesia política para retomar el rumbo perdido.

De esta forma, no sería extraño que el gobernador vuelva a echar mano de sus incondicionales diputados en el Congreso local, para desaparecer la famosa y absurda minigubernatura.

Tal y como ya usted lo leyó, desde 2014 les anticipé lo que hoy está sucediendo.

Con el agravante de que hoy quien está en juego no sólo es el proyecto morenovallista, sino que se puso en riesgo a la propia esposa de Rafael.

Y lo peor es que aún creen que tienen todo bajo control.

Lo que vimos en Puebla con la visita de AMLO es un llamado de alerta para el morenovallismo, porque si no reacciona a tiempo, podría ser el inicio del fin.

Y conste que se los dije.