Cómo olvidar la declaración de Pablito Rodríguez cuando se pasó de hocicón diciendo que el gobernador le había pedido su candidatura al Senado para su hijo Tony Gali López y que él —siempre tan noble y bondadoso—, le donó esa posición.

¿Qué dirá ahora que Tony Gali Jr. decidió no aceptar ninguna invitación para ser candidato?

¿Pues no que se la pidió el gobernador?

¿No que la candidatura ya era de él?

Si Gali López declinó la invitación, ¿entonces lo natural no sería que él sea el candidato?

Sin duda, la invitación al hijo del gobernador tenía como principal objetivo aprovechar la imagen positiva que genera el apellido.

En una acción de congruencia, la decisión del gobernador fue la de mantener a la familia alejada para cumplir con su palabra de sacar las manos de la elección.

Y de paso, exhibió a Pablito como el farolón que ha sido toda la vida.

Bien dicen que en política —como en la vida—, más pronto cae un hablador que un cojo.

Lalo y la trampa morenovallista

Lo que parecía un triunfo político para Eduardo Rivera y una derrota para el grupo morenovallista, un mes después se ha convertido en una apuesta de alto riesgo, derivada de la maquiavélica estrategia del ex gobernador.

La famosa ingeniería electoral de la que tanto presume Rafael, incluyó un esquema para limitar las opciones de triunfo de Lalo Rivera, al dejarlo solo con el PAN y sin los demás partidos aliados del morenovallismo.

Con excepción del PAN, los partidos de la alianza presentarán a sus propios candidatos a alcaldes, dejando a Rivera Pérez sin esos votos que podrían marcar la diferencia en las urnas.

La estrategia de Moreno Valle no sólo contempló el dejar al PRI sin sus dos aliados nacionales —Verde y Nueva Alianza—, sino que también dejaron a Lalo sin el respaldo de los partidos que sí estarán con Martha Erika Alonso.

En breve se conocerán a los candidatos a la presidencia municipal del PRD, Movimiento Ciudadano, Compromiso por Puebla y demás chiquillada.

El problema es que entre los votos de uno y otro partido se suman cuando menos 10 puntos porcentuales, suficientes como para perder una elección.

Algo similar sucederá en la votación por la Presidencia de la República, en donde Anaya no contará con el voto de Nueva Alianza, como sí lo tendrá Martha Erika.

No será extraño que Nueva Alianza logre una votación histórica en Puebla tanto en la presidencial como en la gubernatura. 

Los objetivos para Rafael son muy claros y evidentes: hacer gobernadora a su señora y cumplir sus acuerdos con Peña y Meade.

Y si de paso se sacude a Lalo Rivera y lo hace perder, sería un resultado redondo.

Es notorio que Eduardo olvidó que la mente maquiavélica de Rafael no tiene escrúpulos a la hora de enfrentar a sus enemigos políticos.

Sin embargo, un factor que nunca estuvo en la imaginaria morenovallista es que Morena estaría en este momento en altas condiciones de triunfo no sólo en el escenario federal, sino también en el local.

Tanto partido, tanto candidato y tanta alquimia electoral podría hacerle el trabajo a Morena. Para la militancia pejista, será muy sencillo votar por una sola marca, sin riesgos de equivocación.

Ahora, el ex gobernador se encuentra en una seria encrucijada: ¿Lalo o Violeta?

O quizá, en un acto desesperado termine apalancando a Memo Deloya.

Vaya ironía. Son los eternos caprichos de la política.

Y lo que nos falta por ver.