Primero fue la sospechosa encuesta con la que Morena decidió que Luis Miguel Barbosa fuera el candidato a gobernador.

Le siguió la decisión de hacer candidata a presidenta municipal a una ilustre desconocida de nombre Claudia Rivera por supuestamente haber ganado la otra encuesta.

Y culminaron con la designación de los candidatos a diputados federales, entre los que figuran el camaleónico Héctor Alonso Granados, el melquiadista Héctor Jiménez y Meneses, el elbista Guillermo Aréchiga, la monterista y locutora Nayeli Salvatori y un puñado de personajes desconocidos.

Salvo el caso de Barbosa, cuya trayectoria como senador puede explicar su designación, pese a no ser el mejor posicionado, el resto es pura y mera pipitilla.

Mucho se habló al interior de Morena que a diferencia de los dos intentos frustrados anteriores, esta vez Andrés Manuel López Obrador no cargaría con los candidatos y que la responsabilidad de ganar votos sería compartida entre el presidenciable y el resto de los abanderados.

No se necesita ser un profundo analista político para darse cuenta que el objetivo no se cumplió y que nuevamente AMLO tendrá que jalar sólo de la carrera, porque con esta yunta no llegaría ni a la esquina.

Lo que sorprende es que no hayan aparecido cuadros electoralmente mucho más rentables como Fernando Manzanilla, José Juan Espinosa, Fernando Jara, Violeta Lagunes y Jesús Encinas, Eudoxio Morales o Araceli Bautista, todos ellos identificados con la causa lopezobradorista.

Así las cosas, es evidente que en Morena se pasaron por el “arco del triunfo” a quienes han hecho trabajo para el partido y decidieron pagar facturas políticas a grupos ligados con la llamada “mafia del poder”.

Y es que la lista no resiste un análisis.

Héctor Alonso, emanado de las filas de la CTM, yerno de Blas Chumacero y con récord en Puebla de mayor número de candidaturas por diferentes partidos.

Nayeli Salvatori, locutora, nuera de Mario Montero Serrano, perseguida por innumerables escándalos y polémicas.

Héctor Jiménez y Meneses, miembro de la vieja guardia priista, secretario de Gobernación con Melquiades Morales.

Guillermo Aréchiga, ex líder sindical del SNTE, operador de Elba Esther Gordillo, funcionario morenovallista y secretario general del Ayuntamiento.

Y los demás, ni en su casa los conocen.

Esos serían los diputados federales que nos representen en San Lázaro.

¿Con estos posibles diputados van a legislar el Nuevo México?

¿Con estos perfiles van a acabar con la corrupción?

Y lo peor de todo es que la marca AMLO sí los puede hacer diputados.

De ser así, con estos bueyes habrá que arar.

Qué Dios nos agarre confesados.

El nuevo espía

Una fuente confiable reveló a este columnista que desde hace unas semanas, el Fiscal Carrancá ordenó al titular de la Fiscalía de Secuestros y Delitos de Alto Impacto (Fisdai), Fernando Rosales Solís utilizar el equipo de intercepción de llamadas para colgar los teléfonos del periodista Fernando Maldonado y el mío. En la columna Parabólica del día de hoy, se aportan más detalles de este espionaje.

Al respecto, más allá de la ilegal invasión a la privacidad, resulta inaceptable que en lugar de utilizar los equipos de inteligencia para investigar y combatir crímenes, los utilicen para saciar las filias y obsesiones de Carrancá.

De momento, interpondremos la denuncia respectiva ante la PGR en la Fiscalía Especializada en Delitos contra Periodistas, esperando se ponga orden en la cada vez más inoperante Fiscalía General del Estado.