Para calcular correctamente el costo que tendrá para Morena incorporar a su lista de candidatos a personajes de negro historial, vale la pena tomar como ejemplo a Héctor Alonso Granados.

Incorporar a un personaje cuya vida personal, empresarial y política se debe a lo más detestable del viejo régimen priista, es una acción que simboliza la plena exoneración de lo más rancio de la mafia del poder.

Alonso es heredero de las “bondades” del cacicazgo sindical enfundado en personajes como Fidel Velázquez y Blas Chumacero.

Por ser yerno de “don” Blas, no sólo recibió su primera candidatura, sino el beneficio de manejar los comedores industriales de las principales empresas poblanas afiliadas a la CTM.

Fue diputado priista, también candidato perdedor del propio tricolor y no se tentó en renunciar al partido que lo hizo legislador y millonario, cuando no le dieron su tercera candidatura.

Sin recato, dio el bandazo al morenovallismo, para ser diputado por la alianza multicolor de PAN, PRD, Nueva Alianza y Convergencia.

De ahí se volvió dirigente turquesa e incondicional de Elba Esther Gordillo, quien ahora respaldó su llegada a Morena.

Sin duda, Héctor Alonso es poseedor del récord de mayor número de partidos en menor tiempo.

Y es en donde uno debe preguntar a AMLO, ¿si incorporando a estas lacras de la política, es como va a terminar con la mafia del poder?

Pareciera que las alianzas de López Obrador con Napoleón Gómez Urrutia y Elba Esther Gordillo son parte de la verdadera esencia de Morena y que está se ve replicada en todo el país, en donde Puebla no es la excepción.

Un traidor nunca cambia

Revisando mi hemeroteca personal encontré una columna de hace cuatro años que describe perfectamente el comportamiento de Héctor Alonso cuando fue diputado local por los colores morenovallistas.

Reviste principal interés el presagio del perredista Eric Cotoñeto, quien adivinó en enero de 2014 que Alonso terminaría como candidato de la izquierda a diputado federal diciéndole: “Se te olvida quién te trajo a este recinto. ¿Por esa izquierda que dices que no vale nada? Y te apuesto que vas a querer ser candidato a diputado federal conmigo”. Esta es la historia.

Contracara 14 enero 2014

 ¡Ya cállate, cabrón!

 La última sesión del Congreso se convirtió en un auténtico pleito de verduleras y, para no perder la tradición, Héctor Alonso protagonizó un vergonzoso espectáculo en el pleno del Congreso local.

El diputado del Panal mostró una vez más la bipolaridad con la que se mantuvo durante los tres años de la Legislatura saliente, en donde se enfrentó lo mismo con periodistas que con sus homólogos, incluso con el público que acudía a las sesiones.

Ayer, “El Yerno” subió a tribuna para exigir al diputado Eric Cotoñeto una disculpa por no ayudarlos a ingresar al Congreso durante la sesión del 15 de diciembre, donde se analizó y votó en menos de cinco minutos la Reforma Energética.

El perredista dijo: “Las disculpas no son hacia mis compañeros diputadas y diputados, las disculpas las ofrecemos a la ciudadanía si en algún momento incurrimos en no dejar pasar en las calles, son a ellos, nosotros hicimos lo que creíamos que en ese momento era lo mejor”; posteriormente, exhibió a Héctor Alonso, y le recordó los bochornosos incidentes que protagonizó en el pleno.

“El diputado es quien se tendría que disculpar por sacar del cuello a un fotoperiodista, por retar a golpes a los reporteros, por sus acciones homofóbicas en contra de un asesor del Congreso”; estas palabras generaron una respuesta violenta por parte de Héctor Alonso.

“El Yerno” se levantó de su curul y encaró al perredista, quien no se inmutó y le respondió: “No te tengo miedo, Héctor, te respondo aquí y afuera”. Estas palabras se escuchaban en las bocinas del Congreso.

Iracundo, Héctor Alonso gritó y manoteó a Cotoñeto. Sin embargo, el perredista reviró a sus bravatas con una frase: “Se te olvida quién te trajo a este recinto. ¿Por esa izquierda que dices que no vale nada? Y te apuesto que vas a querer ser candidato a diputado federal conmigo”.

Los gritos no cesaban y la sesión se convirtió en una sucursal de la Arena Puebla; fue en ese momento cuando Gerardo Mejía, presidente de la mesa, pidió compostura a Alonso Granados y optó por dar el uso de la palabra a Jesús Zaldívar. Sin embargo, éste continuó con el show hasta que se escuchó a un enfurecido Eric Cotoñeto decir: “Ya cállate, cabrón”. En ese momento, Mejía aprovechó para declarar un receso.

Alonso Granados apuesta a que nadie recuerde sus patéticos espectáculos en el recinto legislativo pero, para su mala fortuna, será recordado como un legislador bravucón y homofóbico que aprovechó la máxima tribuna sólo para difamar.