Hombres hasta el momento desconocidos, que argumentan ser miembros de la Familia Michoacana, llegaron al Mercado o Gran Bazar de La Piedad, para entrevistarse con varios de los locatarios, a quienes les dijeron quiénes eran y les dijeron que tenían que pagar piso.

Estos sujetos advirtieron a los comerciantes qué les iba a pasar a quienes no pagaran el nuevo impuesto, pero también les dijeron qué les iba a pasar a quienes acudieran con alguna autoridad a denunciarlos.

Quienes hablaron con estos presuntos integrantes del crimen organizado no los vieron como gente de violencia, más bien eran como quienes llegan casa por casa a vender seguros, muebles, en otras palabras, tenían mucha labia.

Sus amenazas fueron las que los aterrorizaron.

Los comerciantes entonces acudieron a su lideresa desde hace más de 7 años, de nombre Fabiola, y ésta les dio a entender que había que entrarle.

Desde ese momento cada uno de estos comerciantes le estaría pagando derecho de piso al crimen organizado.

Las cifras de pago van de los 250 a los 2 mil pesos, a la semana, de acuerdo al local y a lo que venden.

El dinero se deposita en una cuenta Bancomer, a través del Oxxo, a una mujer que podría llamarse Maribel Rodríguez Mateo.

En ese mercado hay 400 comerciantes.

La desbandada

A raíz de la presunta presencia de la Familia Michoacana, varios comerciantes decidieron abandonar sus locales.

Primero por estar a merced del crimen organizado.

Después porque entre tanto pago ya no les queda nada para ellos.

Pagan a Fabiola, su lideresa, otro derecho de piso, la luz, agua, todo lo que les ocurre y ahora a este grupo delictivo.

Las amenazas

No tiene mucho que los locatarios de este mercado tuvieron una junta con su lideresa y acordaron echarla.

Porque no los representa, porque no los defendió, porque nada más se enriquece a sus costillas y han llegado a creer que ella es quien los extorsiona y que lo la Familia Michoacana es sólo otro cuento para seguirles quitando dinero.

La intención de derrocar a la lideresa se vino abajo cuando dos comerciantes fueron amenazados por separado.

Les dijeron que pensaran en sus familias antes de seguir protestando.

Los que amenazaron no eran otros que policías del estado.

Nos vemos cuando nos veamos.